Dormirse rezando

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Ya lo sabía aquella niña que el Maestro no era su padre, pero como desde muy pequeña había perdido a su papá, tenía por el Señor sentimientos filiales y le gustaba tratarlo de esta manera. Muy mimosa le dijo una mañana:

   Oye papá, el otro día al irme a la cama quise rezar y me quedé dormida.

   -¿Y ..? respondió el Señor

   -Es que esto me pasa otras veces, mejor dicho, me pasa casi siempre.

   -Y a ti  te preocupa, ¿no es así?

   -Hombre...

   - Pues, estáte tranquila, hija mía, ojalá toda la vida te pase lo mismo. Dormirse rezando es prepararse para morir rezando, y no hay mejor muerte que la que ocurre arropada en la oración.

   El Señor había prescindido de toda paternidad biológica, lo que no quiere decir que no sintiese a veces amor paternal, especialmente  en circunstancias como esta. ¡Con qué sinceridad había dicho “hija mía”!

   Y refiriéndose  a ella y también a los demás que le estaban escuchando añadió:

   - Oiréis decir que si sufrís insomnio es bueno ponerse a contar ovejas de un rebaño imaginario, o leer un libro aburrido. Pues yo os digo que recéis. Repetid una breve oración que vaya meciendo vuestro estado de ánimo, el sueño entonces os llegará suavemente como un don de mi Padre. Lo  malo es fomentar ambiciones, satisfacer imaginaciones perversas, entretener odios y envidias, de esta última manera sí que es malo adentrarse en el sueño, pero rezando no ¿Hay algo mas bonito que una linda niña como esta, que se duerme cada día acunada en los brazos de mi Padre?