Endogamia

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Entraron un día en una casa. El hijo del matrimonio no tendría  más de diez años. No era tímido, sino hablador y espabilado. Tenia un acuario con peces tropicales, los miraron atentamente, se fijaron en unos diminutos animalitos que apenas se veían, ya que ni tenían color. El chaval les dijo:

-Son guppys. Un compañero de clase me dio una pareja y han criado, pero, como son de la misma familia, los peces se casan con las pezas, que son primas suyas, así que se van degenerando.

Como el chico vio que le escuchaban, continuó decidido hablando con desparpajo.

- Sí, la señorita dice que lo mismo pasó con los antiguos reyes de las naciones de Europa, que como todos querían que los príncipes se casaran con princesas, llegó un día que todos eran parientes y, como continuaban casándose entre sí, sufrieron muchas enfermedades y dice que lo mismo pasa ahora con los samaritanos, que son pocos y los chicos solo se casan con chicas de su misma religión y por eso tienen enfermedades y ahora casi no tienen hijos y pronto, si siguen así, se extinguirán...

Todos sonreían. Al salir comentaban la tremenda locuacidad de aquel chiquillo. El Señor aprovechó la ocasión para añadir:

- Este chico ha aprendido bien los peligros biológicos de la endogamia; lo que me entristece es la gente mayor que ignora que lo mismo pasa en el terreno espiritual. Que un grupo cohesionado, apretujado, trabajando intensamente, muy juntos, pero ellos solos, poco a poco, va degenerándose.

Además un grupo cerrado a menudo no conoce otras exigencias que las que le son impuestas por el líder y cuando este envejece, cuando se fatiga y cansa, cuando muere, la laxitud, la mediocridad y, lo que es peor, la esterilidad, lo invade todo.

Hay que estar siempre abiertos a otros grupos. Hay que estar siempre abiertos a la Iglesia Universal. Vosotros salid, saludad, charlad, escuchad cuando convenga y en todo caso volved y convivid, cuando os hayan enriquecido los de fuera.