Getsemaní

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Tierra Santa

 

 

             Aquella noche de la Eucaristía y del Sacerdocio, aquella del Manifiesto del Amor más grande, y de aquella tremenda traición de Judas, acabó en una larga vela de oración, en un terreno que les era conocido, propiedad de alguna familia amiga. En el lugar hoy en día todavía quedan restos de prensas de aceite, esto significa la palabra Getsemaní, también hay olivos cuya antigüedad botánica, léase sus raíces, tal vez sean de la época de Jesús. La llamada Basílica de la Naciones y, en su pavimento la roca de la Agonía, son otros detalles para visitar con devoción. Fuera aquí, o a pocos metros de estas losas, nadie puede dudar de que se encuentra en el lugar dónde Jesús oró y agonizó, lucha significa la palabra, sudó sangre y padeció soledad y el silencio de su Padre-Dios. Libremente se dejó hacer prisionero, perdió su libertad. Vio venir al pelotón de guardias que se acercaban en su búsqueda, el camino es muy visible, gente con antorchas no puede ocultarse...Betania, dónde podía refugiarse estaba a poco más de media hora de camino, podía huir sin ser visto...si se le antojaba, pero no lo hizo, ¡con lo fácil que era escaparse! 

            En Getsemaní uno puede rezar de día y de noche, refugiarse en solitarias celdas y meditar. Lamentablemente se acostumbra a visitar con demasiada prisa. En casa, en cualquier sitio, el cristiano puede dejarse observar por el Jesús divino, acompañar el dolor físico y espiritual del Jesús humano, para obtener coraje e imitar en su vida al Jesús que valientemente dice: si a mí me buscáis, aquí me tenéis, pero no hagáis daño a mis amigos.