Acción de Gracias por el Don del Espíritu Santo

Autor: Lilly Medina

 

 

Te alabo y te bendigo Padre Celestial, Padre Santo, Padre Bueno y Poderoso... Te Glorifico por tu promesa; la promesa del Espíritu Santo...El Paráclito, El Consolador, El fuego que cambia y convierte...

¡Bendito seas por siempre Señor del Universo! 

Hoy vengo ante tu altar a postrarme con el rostro en tierra para agradecerte en voz alta, por el Don mas grande que le has regalado a tus hijos...hoy te doy gracias por el Don del Espíritu Santo, gracias por ése tesoro de redención, porque gracias a El, resucitamos al igual que Cristo.

Gracias por el Espíritu de la Verdad que nos santifica y podemos decir al igual que San Pablo: « hemos recibido el Espíritu que viene de Dios ». Dice Tú Palabra que debemos nacer de nuevo, nacer de lo alto, renacer del agua y del espíritu para ver El Reino de Dios. Dijisteis a Nicodemo que el viento sopla donde quiere, que oímos su silbido, pero no sabemos de donde viene ni a donde va...y así le sucede al que ha nacido del Espíritu que experimenta el misterio de vivir otra vida que actúa en lo mas profundo de su ser sin saber de donde viene ni a donde va...

Eres Tú, Oh Dios, Tú mismo, obrando en nosotros, eres Tú viviendo en nuestra realidad, soplando suavemente como el viento que acaricia, insinuándonos la senda correcta, el camino de la Salvación. 

Si no fuese por ése soplo de vida que vive en mí; yo muero, Señor...

Dice Tú Palabra que de camino a Jerusalén, pasabas por los confines entre Samaria y Galilea, y al entrar en un pueblo, te salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y te gritaban: “Jesus, Maestro ten compasión de nosotros.” Y tú les dijiste: “Vayan y preséntense a los sacerdotes.”

Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en voz alta, y se echó a tus pies con el rostro en tierra, dándote las gracias. Era un Samaritano. Entonces tú preguntaste: “¿No han sido sanado los diez? ¿Donde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a Glorificar a Dios fuera de éste extranjero?” Y le dijiste al que regresó a agradecerte: “Levantate y vete, tu fe te ha salvado.” (Lucas 17, 11-18).

Señor, sé que el pecado me ha separado de Ti, por eso, también en ocasiones, se me enferma el cuerpo, se me enferma el alma, mi corazón se resiente y no sé perdonar, pero por tu perdón y la Gracia del Espíritu Santo nuestra amistad crece, el pecado se vence, la mente y los cuerpos se restablecen, y la fuerza y el poder nos hacen mas que victoriosos ante la maldad y asechanzas del maligno.

Nunca me cansaré de agradecerte porque tu soplo de vida, El Espíritu Santo está desde el comienzo de los tiempos revoloteando sobre las aguas, está en cada creatura tuya reinando, santificando, animando la creación, porque es Dios mismo que actúa con poder sobre la vida unificando al Padre Celestial con su Hijo Jesucristo.....No existe ni un solo rincón del mundo, ni ningún momento de la historia universal en que El Espíritu haya dejado de actuar.

-Gracias Padre por tu promesa que me prepara para la vida eterna....

-Gracias porque tu Espíritu se posó como una sombra sobre la Virgen María y quedó encinta del Mesías, Tú Hijo Jesús que ha venido al mundo a redimirnos....

-Gracias Padre del Cielo porque por el regalo de tu promesa hoy puedo vivir en la verdad...

-Gracias porque he dejado de vivir a mi manera de antes, he dejado al “hombre viejo” y los deseos engañosos que me llevaban a mi propia destrucción...

-Gracias Padre Bueno, porque por El don del Espíritu Santo he aprendido a amar, he aprendido a luchar por la justicia y la santidad...

-Gracias Padre Santo, porque por la Gracia del Espíritu Santo hoy no le doy cabida al demonio, ya no sale de mi boca una mentira, ni una mala palabra...

-Gracias porque ahora puedo arrancar de raíz los disgustos, enojos, los arrebatos y las ofensas...

-Gracias, gracias, gracias, porque por la acción del Espíritu Santo ahora tengo la oportunidad de ser mansa y humilde, caritativa, alegre, paciente, bondadosa, fiel a ti, con dominio de mí misma...y todo esto tu lo conviertes en Paz....

-Gracias porque ahora puedo ser libre... el resto viene por añadidura y algún día cuando tenga que devolvértelo todo con creces lo podré hacer gracias al Espíritu Santo que habitó en mí...

-Gracias por las angustias, tristezas, pérdidas y sin sabores, porque nada que haya acontecido en mi vida ha sido en vano, nada ha sido inútil. Hoy a la luz del Espíritu descubro que tú siempre estuviste conmigo. En cada paso estabas tú, consolándome, perdonándome, levantándome...En cada sufrimiento he podido ver el reflejo luminoso del Espíritu, cerca, muy cerca de mí....



El don del Espíritu Santo ha sido derramado en todos los corazones de aquellos que hemos creído que « Jesús Es El Señor » y que por sus llagas hemos sido sanados. Ahora tenemos la fuerza, 

de morir a nosotros, para vivir en El...

de morir a nosotros, para vivir por El...

de morir a nosotros, para valorar lo que tenemos por El...

de morir a nosotros, para amar lo que nos ha prestado El....

nuestra familia, amigos, trabajo, vecinos y compañeros, el que pasa desapercibido, la Parroquia, los sacerdotes, el trabajo por el Reino, la salud, la enfermedad y el pan de cada día que nos sirve a la mesa.... la realidad que cada cual vive...Todo es Don de Dios...

Por eso, sobre todas las cosas te agradezco Señor éste momento preciso que me das para agradecerte por las veces que no lo he hecho antes. Si me llamaras hoy a encontrarme contigo me voy en paz porque pude ser como aquel único leproso que volvió a tí alabando a Dios en voz alta después que tú lo sanaras camino a Jerusalén y con su rostro en tierra dándote gracias Tú le dijiste: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»


En otras ocasiones me comporté como aquellos nueve leprosos restantes que se marcharon contentos con el milagro pero se olvidaron del “Señor de los Milagros”.....pero hoy, mi Señor, yo me postro ante Tu Altar, glorificándote por tus milagros de Amor y Agradeciéndote por el Don que los hizo posible...


¡GRACIAS POR EL DON DEL ESPÍRITU SANTO!