Apertura a Cristo

Autora: Noris Capín

Sitio Web:  ¡Mujer, levántate!,

Autora del libro: ¡Mujer, levántate!

 

 

“Yo he venido para que tengan

vida, y para que la tengan en

abundancia.”

Juan 3:16 

Hoy quiero añadir y ahondar, la apertura de Cristo en nuestra  vida.   A Dios, al que tanto decimos amar, sin embargo cuando decidimos poner Sus enseñanzas a funcionar en nuestra vida, nos causa temor.

Dios nos pone a  reflexionar en nuestro diario vivir, mas al final, no entendemos lo que Él nos quiere transmitir, ya que no estamos abiertos al mensaje de salvación. 

Sin  embargo, tenemos la confianza que existe un ser poderoso, un ser que nos llama de una manera sutil en medio de la multitud.  Sabemos, que hay un poder más grande el cual, se manifiesta por medio de la luz interna que alumbra en nosotros.  Luz que brilla dentro del alma y se reconoce como esperanza. 

Dios nos habla en un lenguaje que sobrepasa  toda barrera, toda limitación. No sabemos cómo responder a tal llamado, ya que estamos ocupados en otros asuntos que nos desvían de Su Santísima presencia. 

Ese conocimiento imperfecto que nos plantea nuestra propia inhablidad de sentirlo y amarlo, nos  predestina a ver a Dios de una forma abstracta, vaga e indefinida.

De más está decir, que esa imperfección nuestra, expresa un carácter vacío e insensible

a las enseñanzas de Dios.  Esa conducta, nos aleja a buscar en lo más profundo de nuestro ser; la verdad de Jesucristo.

La  mentalidad contemporánea, parece oponerse a Dios, especialmente cuando las personas se involucran en las cosas mundanas, situaciones que alejan esa confraternidad

que proviene de Él.   Sin embargo, Dios nos invita a vivir en Su corazón, haciendo una apertura a Su Divina Misericordia.

Es por ello, que se pone en relieve la autenticidad de Su Santo Espíritu, especialmente cuando comenzamos a sentir el avivamiento, el gozo y la satisfacción  por las cosas de Él. 

Al  respecto, podemos recurrir siempre al factor que favorece ese acercamiento: Su

Palabra.  Por medio de la intervención de Dios en nuestra vida, nos urge adentrarnos a leer lo que Él dejó dicho en las Santas Escrituras.   

La Palabra de Dios dice: “Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.”  Juan 6:41

Y así como Él transmitió Sus promesas, que quedaron escritas para  salvar a la Humanidad, también  nosotros debemos tomar esas promesas y ponerlas a funcionar en

nuestra vida.

Tal dominio sobre la Tierra nos impulsa a conocer más a Dios, a entender Su mensaje de luz y vida.  A poner de manifiesto Su anuncio de esperanza y la riqueza que nos aguarda

la vida eterna.

La apertura a Cristo, la sentimos en nuestro corazón, cuando Su Espíritu trata de buscar nuestro espíritu; de manera que Su estancia en nuestra vida, hace que renovemos los puntos adversos, para estar en una sólida unión con Él.

Dios es un Dios de amor.  Respetuoso y lleno de una compasión marcada con Su cuerpo y Su sangre; Él nos proporciona el deseo de servirlo, cuando abrimos nuestros corazones en espíritu y verdad.  El Señor nos busca en medio de la fealdad del mundo, Él se detiene

frente a nosotros, cuando observa un corazón limpio y sin manchas.

 

“Vengan a Mí todos ustedes que están cansados de sus tra-

bajos y cargas y Yo los haré descansar.  Acepten el yugo

 que les pongo y aprenderán de Mí, que soy paciente y hu-

milde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas

 porque Mi yugo es suave y Mi carga ligera.”

                                Mateo 11:28-30 

 

Autora del libro: 

¡Mujer, levántate!

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