“¡Pueblo mío!”, clama el Señor

Autora: Noris Capín

Sitio Web:  ¡Mujer, levántate!,

Autora del libro: ¡Mujer, levántate!  

 

 

The Sower: a Design for Stained Glass at Brighouse, Yorkshire, 1896 Giclee Print by Edward Burne-Jones

 

El zumbido del viento estremece la tierra, las montañas y los mares, y, como de costumbre y al finalizar el día, se escucha la voz del Pastor llamando a sus ovejas. La vibración de su voz llega desde muy lejos; aun así, se percibe el eco que, como un trueno, retumba en el firmamento.

El sonido inquietante de la voz de Dios, enmudece a las gaviotas y paraliza a las fieras.

Sin embargo, el ser humano no siempre escucha las exhortaciones del Señor. Se pierde en el aire su gemido y en los confines del mundo se amontonan sus palabras, sin que se advierta en el aire su clamor entristecido.

Están sordos los presumidos, los malvados y los farsantes. Insensibles se encuentran los que ignoran la melodía del Justo y desconocen la sonata del Amado.

La gente no quiere sintonizar sus oídos con el mensaje de esperanza que proviene de Dios. Se han quedado sordos los ricos y los altaneros se han ido de fiesta. Los pobres, se han hecho más pobres; y los desdichados se pierden en la tribulación y la injusticia.

Para aquellos que se desconectan del cantar del Mesías, el mundo será más oscuro y el resplandor del sol desaparecerá al toque de la indiferencia. El desmemoriado resbalará por su propia falsedad y, sin levantar el rostro, caminará por la senda empantanada. La cabeza del ausente no se empinará mirando al cielo, porque desconoce que el esplendor de Dios es más poderoso que su propia conciencia.

Dice la Palabra de Dios: “La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han dejado de cumplir las leyes, han desobedecido los mandatos, han violado la alianza eterna” (Isaías 24:5).

Sin embargo, la voz del Todopoderoso continúa trasmitiendo su fiel legado por lejanas colinas y bulliciosas calles. De extremo a extremo llega su Palabra, arribando a los oídos de quienes desean escucharla. La corona del Rey de Reyes se asoma como todos los días. Su manto no se destiñe, ni se llena de agujeros su túnica inmaculada. Su poderío no ha cambiado y su misericordia continúa siendo eterna.

Él anuncia por doquier el mensaje de salvación para todos, y su voz se escucha a través los mares, y en los rincones olvidados del mundo proclama su mensaje eterno: ¡Pueblo mío, no se desvíen de mi Palabra!... “Presten atención a mis correcciones y yo los colmaré de mi espíritu; les daré a conocer mis pensamientos. Yo los he llamado, los he invitado a venir pero ustedes no han querido hacerme caso” (Proverbios 1:23-24). 

 

El ser humano prefiere no escuchar el anuncio del Santísimo; no quiere cantar la melodía del compositor de todos los tiempos. Ha olvidado sus promesas bautismales y descuidado el respeto a la Eucaristía. El mundo está lleno de maldad, de fría falsedad y de calculada hipocresía.

Sin embargo, la Palabra de Dios nunca permanece dormida; no sucumbe al olvido la veracidad de su mensaje. Su pregón transciende a lo lejos, como la luz de un faro alumbrando todos los continentes.

De extremo a extremo, la efusión de su Santo Espíritu no tardará en reposar en el corazón del hombre. Y aunque el ser humano ignore la música sutil e inigualable del arpa y desconozca la celestialidad de la lira, Dios le permite entender con claridad su Palabra, mensaje que nunca regresa vacío. Misiva de amor que se extiende de norte a sur y de oriente a occidente, para que toda criatura sepa que Dios es el Rey Glorioso del Universo. El Omnipotente, el que dio a la humanidad a su Hijo, Jesucristo, para que todos vivimos conforme a la verdad que expresan las Santas Escrituras.

¡Despierta, pueblo de Dios! Escucha la Palabra del Señor en este tiempo cuaresmal: tiempo de renovación personal y unidad con el Padre que está en el Cielo. ¡Ciñanse los cinturones y restauren su alianza con Él!… Pues el Señor afirma y grita a los cuatro vientos: “Regresen, hijos rebeldes, pues yo soy su dueño” (Jeremías 3:14). “Desde el extremo de la tierra los hemos escuchado cantar: ¡Honor al Justo!” (Isaías 24:16).

Reportera y columnista independiente. La Voz Católica, Periódico de la Arquidiócesis de Miami.  Artículo Febrero 2008

Autora del libro ¡Mujer, levántate!
Noris@brisauniversal.com, http://www.brisauniversal.com/