Reflexión Bíblica
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben Mt 6, 16-23

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Jesús dijo a sus discípulos: No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Que los hombres no junten tesoros en la tierra. Esta escena recuerda una de aquellas casas de Palestina, y probablemente pobres, donde la costumbre era guardar en cofres y arcones, telas, trajes, tejidos valiosos; también en lugares más disimulados de la casa, y hasta ocultas en tierra y guardadas en cajas o en jarras, como esas de Qumrán, donde se guardaban cosas valiosas: monedas, joyas, lo mismo que alimentos y todo tipo de grano. Todo esto guardado con esmero está expuesto a la pérdida o destrucción.

Dice Jesús, donde la polilla y la herrumbre los consumen, La polilla acribilla los tejidos, se lee en el evangelio de san Lucas12:23, la herrumbre los tesoros metálicos, es decir son elementos que causan corrupción, erosión, destrucción. Por fuera también todos esos tesoros se hallan amenazados, los ladrones perforan las paredes y los roban, y pueden robar fácilmente, horadando las casas palestinas, hechas de argamasa y adobe. ¿Qué fin tiene acumular tanta cosa que parece útil pero es inútil? Hay personas que acumulan riquezas materiales toda su vida y viven miserablemente, cuando mueren son muy ricos, pero esto de nada les sirve.

Pero el Señor, no pretende que no tengamos un cuidado prudente de las cosa materiales que necesitamos para vivir, sino que lo material ocupe en nuestras vidas el lugar que necesita, y que no perdamos de vista los aspectos espirituales, es decir, feliz aquel que cuidando las cosa terrenas, pone su principal cuidado en las cosas de Dios. Si cuidamos la cosas de Dios, el cuidará las nuestras.

Dice Jesús: Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Para seguridad hay que atesorar valores en el cielo. Se lee en los apócrifos Salmos de Salomón: El que obra la justicia atesora vida para sí mismo junto a Dios. Y en el apócrifo Testamento de Leví (13:5) se lee: Haced justicia, hijos míos, sobre la tierra, para que tengáis un tesoro en el cielo. 

Dice el Señor; Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. Para atesorar en el cielo hay que tener allí el corazón, allí esta el amor de Dios, el verdadero tesoro. No son nuestras riquezas materiales, las joyas, el dinero, la fama y las posesiones, los valores en que se fijará el Señor, con ninguno de ellos se compra la gracia, sin embargo hay otros valores que podemos adquirir sin gastar un centavo como atesorar valores espirituales “Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente". Mt 9, 35-10, 8, Los valores del cielo, se adquieren con las buenas obras, con la oración y con la práctica de las virtudes de la fe, la caridad y la esperanza.

La lámpara del cuerpo es el ojo. La lámpara que alumbra al cuerpo es el ojo. Cuando está sano, el ojo realiza su función, normalmente todo el cuerpo se ve inundado del beneficio de la luz: Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado Pero si está enfermo, malo en sentido físico, inutiliza al hombre, Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Se lee en literatura de esa época que se distinguía el camino bueno y malo según que el ojo era bueno o malo, es decir, que el hombre fuese benévolo o envidioso. El ojo malo se utilizaba como sinónimo de ambición, rivalidad, alevosía, egoísmo.

Dice Jesús: Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! Si la conducta del ser humano está enferma, si ese ojo que es la luz que hay en ti, que debía iluminar con la luz de Jesús la vida moral, es tiniebla, el hombre estará situado en tinieblas morales. Y si lo que es luz es en él tinieblas, ¡cómo será esta moral en él! Llevará al mayor extravío, al hacer poner el corazón en lo que no es el verdadero tesoro (Rom 1:18ss).

Con este tema de la simplicidad y del ojo se describe la integridad, en el sentido de su total y exclusiva obediencia a los mandamientos de Dios; Así el hombre con esta simplicidad permanece en la luz cristiana.

Si tenemos los ojos sucios, veremos primero la mugre, decimos, las cosas se ven según el cristal por donde se mira, si tenemos los ojos limpios, veremos a través de la limpieza. Le pedimos al Señor, que nos regale, ojos que miren sanamente la vida, y un corazón puro, para atesorar buenos sentimientos y así poder vivir con rectitud y sin elementos que lo erosionen.

Oh Jesús, todo los que nos enseña, nos maravilla.

La paz del Señor Sea con Ustedes

Por comprender esto, Gracias Señor