San Mateo 8,1-4:
“Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: Lo quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra.

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant  

 


1. SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES PURIFICARME”.

Se acerco a Jesús un “leproso”. Como sabemos, las manos y los pies del que padecía de esta enfermedad eran acometidos lentamente, La lepra se consideraba una enfermedad incurable. Era como vivir muriendo.

Esta enfermedad tenía una triple consecuencia en quien la padecía: corporal, social y religiosa. Socialmente eran seres aislados. Por temor al contagio se les declaraba legalmente impuros y se les apartaba de las ciudades, obligándoles a llevar vestidos desgarrados, la cabeza desnuda y a advertir su proximidad gritando: Tamé, tamé, “impuro, impuro.” Religiosamente no eran excomulgados, pero en las ceremonias del culto en las sinagogas debían colocarse aparte. Esto era humillante, pero aún lo era más al ser considerada su enfermedad como castigo de Dios, merecido por grandes pecados. De ahí el nombre lepra: tzara’at, “golpe,” “azote divino”.

2. EL EXTENDIÓ SU MANO Y LE “TOCÓ” PARA CURARLE.

A los leprosos que no eran recluidos, aunque tenían que vivir aislados, se les permitía venir a las ciudades a pedir limosna o ayuda a los suyos, debiendo hablar a las personas a “cuatro codos” de distancia. Este leproso se acercó mucho a Jesús, El “extendió la mano y lo tocó” para curarle. El leproso, “Se postró” delante de él”, en Marcos se relata: “de rodillas”, y sobre “su rostro” (Lucas) en tierra, conforme al uso judío.

Jesús no le apartó ni se comportó como algunos rabinos que huían al divisarlos o les arrojaban piedras para apartarles de su camino y no contaminarse “legalmente”. “Si quieres, puedes purificarme”, es decir limpiarme, dijo el leproso. Su fe era grande.

3. “LO QUIERO, QUEDA PURIFICADO”

“Quiero, queda purificado,” le contestó Jesús extendiendo su mano. Y le tocó. La Ley (Lev 15:7) declaraba impuro al que tocase a un leproso. Pero Jesús “toca” para curar. No podrá contagiarse de esta enfermedad ni contraer ninguna impureza legal el que curaba las enfermedades y el que era “Señor del sábado” y de toda la Ley. “Y al instante quedó purificado de su lepra.”.

Jesús extiende la mano sobre el enfermo, así como, según las Sagradas Escrituras, Dios extiende la mano sobre alguien para protegerlo. Con esto Jesús pone al enfermo bajo la protección de Dios, y por el contacto lo pone en comunión con él. (Los milagros de Jesús [1970] p.32).

4. JESÚS LE DIJO: “NO SE LO DIGAS A NADIE

Se comprende la sorpresa, la gratitud y la reacción de aquel hombre al verse purificado y limpio, justificada su inocencia y hábil para volver a la sociedad y a su hogar. La explosión apuntaba. Y ante ello Jesús, “con fuerte conmoción de ánimo” (cf. Jn 11:13), le ordena que no diga nada a nadie. Talvez d Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, debían de estar ellos dos solos o muy poca gente que no comprometía el peligro de divulgación, en cuya medida de precaución pone al leproso curado. El proclamarlo en aquel ambiente de sobreexcitación mesiánica no hubiera logrado más que hacer intervenir intempestivamente al sanedrín (Jn 1:19-20) o, incluso, a la misma autoridad romana.

“Pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio”. Luego le ordena que cumpla la Ley presentándose en el templo a los sacerdotes, que como personas más ilustradas podrían certificar la curación y aun darle por escrito un certificado de ello.

Y añade: “para que les sirva de testimonio a ellos”. Según el concepto que a este propósito se dice en el Levítico (14:1-32), éste era un “testimonio” de la curación en forma de sacrificio a Dios hecha a un y por un sacerdote, ya que es lo que prescribió Moisés y es a lo que aquí se refiere.

5. NO CUMPLIÓ EL “SECRETO MESIÁNICO.”

Curar enfermos de todo tipo, era una señal de la obra del Mesías (Is 5:35; Mt 11:5.6). Así la Ley venía a testimoniar la grandeza y obra de Jesús. El Señor se enternece y se conmueve y cura al leproso, luego le prohíbe severamente su divulgación, pero el curado no cumplió la orden de Jesús de no divulgar la noticia, creándole dificultades para venir públicamente a las ciudades.

La gratitud y la satisfacción de su cura, que era a su vez rehabilitación moral suya, le hizo volcarse en alabanzas. Esto también hizo que la noticia se divulgase por Galilea, haciendo que Jesús no pudiese entrar “públicamente” en las ciudades, porque éstas se conmocionaban, proclamándole Mesías antes de tiempo, con los peligros de sobreexcitación mesiánica mal entendida y las posibles repercusiones políticas de Roma en Palestina.

Por eso, El se quedaba en “lugares desiertos” para hacer “oración”. Pero las gentes venían a El para que los curase.

Nos encontramos ante un milagro de Jesús, realizado ante mucha gente, que seguramente quedó muy impactada, esto, por las circunstancias que rodeo esta acción de Jesús. En una situación difícil se encontraban los enfermos de lepra en aquellos tiempos, nadie se les acercaba y a ellos no se les permitía acercarse a alguien, sin embargo por el deseo de sanarse el se atreve a acercarse a Jesús, el enfermo intuye que en El encontrará la curación a su mal.

La Paz de Cristo