Reflexión Bíblica

“«¿Cuándo llegará el Reino de Dios?» Lc 17, 20-25

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Jesús, con frecuencia hablaba del Reino de Dios. Los fariseos, hipócritamente preguntan cuándo llegará el Reino de Dios. Pero Jesús ya les conoce y es paciente. Era algo característico de los fariseos decir cosas ofensivas contra el honor de Jesús, ellos lo hacían con sus palabras o con hechos, pero Jesús en vez de devolver injuria con injuria, no les hace un menosprecio y les "Les respondió y dijo: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y como diciendo: No preguntéis acerca de la época en que el reino de Dios vendrá por segunda vez.

Este tiempo nadie lo puede conocer, esto es, ningún hombre. Es así, como, responde; “No se podrá decir: "Está aquí" o "Está allí". Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Los fariseos erróneamente, preguntan por el tiempo del reino de Dios, porque, como se dice más adelante, creían que viniendo el Señor a Jerusalén en seguida se daría a conocer su reino. Por esto el Señor responde que el reino de Dios no vendrá dando muestras exteriores. 

En el ambiente judío existía la creencia de que al establecimiento mesiánico precedería un juicio punitivo. En el círculo estaba también en mente que sería inaugurado por algún prodigio extraordinario. La respuesta de Cristo deshace todas estas concepciones erróneas. El reino no vendrá ostensiblemente como un fenómeno apocalíptico, ni se dirá de él que está aquí o allí. La razón es doble: una, porque será un hecho histórico-social; y, en segundo lugar les dice: “Reino de Dios está entre ustedes" naturalmente no dentro del alma de los fariseos, que le plantean el tema, sino establecido ya entre ellos, es decir, en medio de Israel.

Jesús, con frecuencia hablaba del Reino de Dios, y la pregunta que le hicieron los fariseos lleva en si toda su tradicional hipocresía y permanente fingimiento, esto lo sabe Jesús. 

Jesús da a conocer que el reino de los cielos está en nosotros, para manifestar la alegría que produce en nuestras almas el Espíritu Santo. Ella es como la imagen y el testimonio de la constante alegría que disfrutan las almas de los santos en la vida eterna.

En efecto, el Reino de Dios esta en nosotros y dentro de nosotros, por tanto no lo busquemos afuera, ni lejos de nosotros. A nosotros nos corresponde instalarlo en este mundo. Pero previamente debemos instalarlo en nuestro corazón, con nuestras obras, en nuestra vida. Luego debemos propagarlo en todos los ambientes en los cuales participamos, preparando a todos los que nos rodean para que puedan recibirlo.

Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.” 

Como Jesús había dicho que el reino de Dios estaba en medio de ellos, quiso además que sus discípulos estuviesen dispuestos a ejercitar la paciencia, para que fortalecidos pudieran entrar en el reino de Dios. Les predice también que antes que El vuelva a venir del cielo en el fin del mundo, vendrá sobre ellos la persecución.

Entonces Jesús, da a conocer que será cruel la asechanza, de tal forma que desearán ver un sólo día suyo, es decir, de aquel tiempo en que aún trataban con El. Recordemos que los judíos afligieron a Jesús, con muchos improperios e injurias, le amenazaron con apedrearle y muchas veces quisieron arrojarle de lo alto de un monte, pero todas estas cosas deberían considerarse como de menor importancia en comparación a los mayores males que habían de venir.

Entonces vivían sin cuidados, porque Jesucristo cuidaba de ellos y los protegía, pero había de suceder que cuando Jesucristo estuviese ausente, se verían expuestos a toda clase de peligros, serían llevados ante los reyes y los jueces y entonces desearían aquel tiempo y lo recordarían como tranquilo.

Jesús les dice; Les dirán: "Está aquí" o "Está allí", pero no corran a buscarlo. 

La señal manifiesta de la segunda venida de Jesucristo, será el brillo que acompañará a su venida, llenará de repente el mundo entero. Entonces Jesus les dice: “Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.” Por tanto, no aparecerá andando sobre la tierra como un hombre común, sino que brillará sobre todos nosotros por todas partes, manifestando a todos la grandeza de su divinidad.

Jesús les dice finalmente; “Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación". Los discípulos de Jesús, creían que cuando fuese a Jerusalén les daría a conocer en seguida el reino de Dios. Teniendo en cuenta esta idea, Jesús les hace ver que primero habrá de sufrir su pasión, y que después subiría hasta el Padre y que resplandecería para juzgar a todo el mundo en su justicia. Y también para que se preparasen y no temiesen a la muerte, si deseaban la gloria de su reino.

Jesús cumplió su obra mesiánica de redención y salvación. Hoy la Iglesia y todos nosotros continuamos con la obra de salvación para el mundo, caminando por senderos difíciles, con sufrimientos y persecuciones. Jesús tuvo una vida sacrificada, la nuestra debe imitar es vida. Jesús lo dio todo por nosotros.

A todos nos es difícil pensar en sufrir, es así como nos cuesta convencernos de esta necesidad de sufrimiento. Pero, ¿Qué entendemos por sufrir?, generalmente identificamos esta palabra como de dolor, pero también significa sentirlo, soportarlo, ser objeto de ello, experimentarlos, vivir algo con intensidad, recibir con resignación o aceptar sin quejas. Si estamos de acuerdo con estas otras acepciones, podemos decir ahora “sentir como Cristo”, “soportar como Cristo”, “experimentar como Cristo”. “EL discípulo no es superior al Maestro, cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su Maestro” (Lc 6,40). Por tanto si el Maestro llevó una vida de sacrificios y sufrimientos, la vida del discípulo no puede anhelar a una condición distinta.

El Sacrificio es ofrenda al Dios en señal de reconocimiento o de arrepentimiento, pero es un acto de abnegación inspirado en el cariño, como el que hace el padre o la madre por sus hijo, por eso reconocemos belleza en la expresión “Su madre sacó a sus hijos adelante con muchos sacrificios”

Dios Jesús clavado en la cruz, muriendo allí por amor a la humanidad entera para que se pudiera salvar, nos invita a reflexionar a que comprendamos que el Reino de Dios esta en nosotros, y tenemos mucho que ver con el Reino de Dios, que de nosotros depende el estar dispuesto a implantarlo. Del mismo modo nos invita a pensar, vivir, juzgar, sentir como cristiano, creyente y fiel a El, conforme a las enseñanzas del Evangelio y, nuestro sacrificio es no dejarse influenciar por el mundo de la comodidad y el egoísmo.


Por comprender esto, Gracias Señor