Reflexión Bíblica

 “Ten confianza, hijo; se te perdonan tus pecados” Mt 9, 1-8

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaún, su ciudad. Estando allí le trajeron un enfermo en una camilla. Era paralítico. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, seguramente tanto de los que llevaban la camilla como del enfermo, dice al paralítico: Ten confianza, hijo; se te perdonan tus pecados. Esta actitud de Jesús que comienza perdonándole los pecados tiene un valor especial. En aquel ambiente existía la creencia de que la enfermedad era castigo de pecados. Al oír esto, algunos escribas pensaron: Este hombre está blasfemando. Esto porque ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? Y Jesús aquí aparece perdonando los pecados en su nombre, con autoridad propia. Ni al mismo Mesías en la mentalidad rabínica, atribuyeron jamás el poder de perdonar los pecados. En el Antiguo Testamento, este poder es una prerrogativa exclusivamente divina. Dios ofendido es quien únicamente podría perdonar su ofensa. Y, porque Jesús usa estos poderes de Dios, dicen que blasfema. 

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué piensan mal en sus corazones? Jesús que los conoció en su espíritu, admite la interpretación que ellos censuran. Esta normal penetración de los corazones es un atributo de Dios. Los rabinos habían deducido por un texto de Isaías (11:2ss) que la penetración del pensamiento le sería comunicada al Mesías sólo para el recto juzgar, aunque el perdón de los pecados era don de los días mesiánicos (Jer 31:34; Ez 36:25). Por ello les pregunta: Qué es más fácil: decir Se te perdonan tus pecados, o decir ¿Levántate y anda? Ambas cosas están en la misma línea de poder sobrenatural. Luego Jesús les dice; ¿Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –le dijo entonces al paralítico, Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y se fue a su casa. 

La repercusión de este milagro fue grande, por eso el fragmento del Evangelio dice; Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, Todos los que vieron esto se maravillaban y glorificaban a Dios (Lc), porque jamás hemos visto tal cosa, decían. Lo singular, es que habían visto milagros, pero no para acreditar el poder de perdonar los pecados. 

Quedaron temerosamente impresionados y alabando a Dios, que había dado tanto poder a los hombres, expresión esta última que pudiera revestir diversos matices: el poder de hacer milagros ¿a los apóstoles? (Mt 10:8), ¿para perdonar en la confesión los pecados? El poder de perdonar los pecados pertenece propiamente a Jesús; los ministros de la Iglesia no lo ejercen sino en su nombre. 

En este pasaje hay dos temas: una curación y el poder de perdonar los pecados. Jesús nos muestra el supremo poder de perdonar los pecados, poder exclusivo de la divinidad, pero la principal preocupación es curar el alma, mucho más que el cuerpo, y cuando nos concede la salud del cuerpo, es en atención a que se viva en mayor plenitud la salud espiritual. Es así como además dice al paralítico, Ten Confianza, por tanto tengamos nosotros confianza en la bondad del Señor, el es compasivo y misericordioso, a nosotros nos dice lo mismo que al paralítico, Confía, hijo, tus pecados te son perdonados, es la confianza en su bondad para perdonar la que arrancará nuestro perdón. 

El perdón de los pecados, es algo que no se ve, no se puede constatar a simple vista, por esa razón algunos fariseos murmuran, pero no se atreven a formular algo, pero Jesús lee sus pensamientos y estos quedan al descubierto y los increpa. En muchas ocasiones, no nos atrevemos a formular cuestionamientos o reparos sobre la voluntad de Dios de una forma abierta, sin embargo en nuestro interior muchas veces cuestionamos el Plan de Dios. San Juan de la Cruz, nos dice que no hay que entristecerse por las cosas que nos trae Dios. El solo quiere el bien para nosotros.

Dice Jesús; Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, Jesucristo habla ahora con afirmación absoluta, el tiene poder para perdonar los pecados, ahora afirma que es hijo de Dios, lo demuestra además conociendo lo intimo de los hombres, esto es en el pensamiento y en los sentimientos de los escribas. Pero con todo, Jesús nos ha hechos partícipes de su capacidad de perdonar a los ministros, que lo ejercen siempre en su nombre, glorifiquemos a Dios el haber dado este poder a sus ministros. 

Cuando la gente vio a Jesús perdonar los pecados decía: Solo Dios puede perdonar los pecados, si Jesucristo los perdona, luego el es Dios, entonces nosotros debemos ser ese modelo, modelo de vida sin pecado, algo que se logra viviendo en Jesucristo, viviendo en Dios, entonces, que mejor razón para acercarnos a El. 

Alimentemos la confianza en la infinita bondad de Dios, que quiere perdonar nuestros pecados, vivamos en plenitud la alegría de haber recibido el Perdón de Dios; si a Dios le gusta perdonar, se complace en olvidarse y borrar los pecados de sus hijos; también le agrada que sus hijos reciban el perdón; confiemos en el perdón y vivamos gozosos al sentirnos perdonados. 

De este modo también, es como estamos comprometidos a llevar una vida que debe ser un testimonio, que motive a los demás a ir hacia Dios, para que todos lleguen al Reino de Dios, reino de justicia y de paz, de la verdad y del amor.

La paz del Señor Sea con Ustedes

Oh Jesús, todo los que haces, nos maravilla.

Por comprender esto, Gracias Señor