Reflexión bíblica

"Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes." Lc 11, 14-23 

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Si hay alguien que le pone empeño en separar a los hombres, en enemistarlo, y alterar la concordia y la paz, ese es el demonio, no nos cabe ninguna duda, porque el maléfico cree que un medio eficaz para destruir el Reino de los Cielos, es justamente la división y la contaminación de los hombres buenos.

Así es, como la principal causa de división entre nosotros, son los que actúan en nombre y al servicio de mal, pero especialmente contra todo lo que nos ha enseñado Jesús. Todo esto, debe ser considerado como algo grave, por que va contra el mandamiento que nos dejo Jesús, que nos amemos como hermanos.

“Otro día Jesús estaba expulsando un demonio: se trataba de un hombre mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar” 

Muchos mudos son así porque son sordos. Conocido es que Jesús da el buen Espíritu a quien los pida, en este milagro queda de manifiesto. El demonio ensordece a los hombres para que no se oiga la palabra divina. “El demonio cierra los oídos del Alma”. Por esto vino Jesucristo a arrojar al demonio, para que podamos oír la palabra de la verdad. Así los sordos dejan de ser mudos.

Este como muchos endemoniados, no solo son sordos y mudos, además son ciegos. Jesús les hace ver la luz y ven, les habla la verdad y oyen y siendo mudos hablan, porque estando poseídos por el demonio luego quedan libres. Esto se verifica todos los días en la conversión de los creyentes. Primeramente, expulsado el demonio, ven la luz de la fe y después se desatan en alabanzas al Señor aquellas bocas que antes eran mudas.

La gente común estaba admirada, sin embargo los escribas y los fariseos se esforzaban en negarlos o en darles mala interpretación, haciéndolos aparecer no como obra de la divinidad, sino del espíritu inmundo llamado Belzebú (Bel de Baal que es señor en Babilonio y Zebú, la mosca de la inmundicia)

Otros, estimulados por la envidia, le pedían que hiciese milagros vistosos, como diciendo: Aunque cuando arrojas los demonios del cuerpo de un hombre, no es prueba suficiente de la obra divina. Ellos querían comparar los primitivos milagros: Moisés pasó al pueblo de Israel por medio del mar (Ex 12); Josué, que le sucedió, detuvo al sol en Gabaón (Jos 10).

En este fragmento del Evangelio, Jesús no responde a lo que dicen los fariseos, sino a lo que piensan. En efecto Jesús ve los secretos del corazón. Jesús les hace ver con claridad que destruye a Satanás por poder divino. Así mismo les hace notar que El reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no está dividido, sino que está establecido con estabilidad eterna.

También les manifiesta el fuerte poder que hay en el Espíritu Santo en quien está el Reino de Dios; y como el Espíritu Santo habita en nosotros, y como venimos a ser real morada suya.

Jesús les hace esto para distinguir sus acciones de las de Satanás. Jesús siempre limpia lo que está manchado, mientras que Satanás se apresura a manchar con mayores inmundicias lo que ha sido limpiado.

Jesús ha venido a instaurar en el mundo el Reino de Dios, pero en el mundo esta instaurado el reino de mal, es así, como estos dos reinos están en pugna. Esto nos pone a nosotros en la opción de las dos alternativas, optamos por el Reino de Jesucristo o por el del mal. Pero en nuestro Reino tenemos que vivir sin división, porque si somos agentes o elementos de división, estamos destruyendo el Reino de Jesucristo en el mundo y así, damos facilidad para que se instaure el reino de Satanás. 

El hombre tiene dos alternativas, o sigue los caminos de Jesús, caminos del bien, de la bondad y el amor, o por caminos contrarios, por esos dice Jesús, “El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama.”, esto es el que no produce la unidad entre nosotros los cristianos, produce división. Para estar con Jesús, se necesita amor y caridad, porque el amor une, para no estar con El y desparramar, solo se requiere ir por el camino de odio y la soberbia, elementos que desunen a los hombres.

Hagamos prevalecer en nosotros a Jesús, estrechémoslo en nuestro corazón, unidos, fuertemente a El.

“Mas vale conocer el camino de la verdad que separarse de el, así es, como debemos practicar el amor a ejemplo de Jesús, que nos amó y se dio por entero por nosotros, se entrego como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

Por comprender todo esto, Gracias Señor.