Comunión espiritual, una necesidad que debemos motivar

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant



Con motivo del año 2004 que se inicia, me acordé de un buen amigo, al cual hacia un tiempo que no lo veía. Además de saludarlo, tenía interés en conocer cual era el motivo de su alejamiento de su habitual asistencia a la Santa Misa, en la cual siempre nos reuníamos algunos segundos, y sentíamos ambos un afecto muy especial cuando nos abrazábamos durante el Rito la Paz. 

Es así como aparte del placer de compartir y saludar, creo que la mayor satisfacción fue el oír lo que a él le sucede y a su familia, entonces el encuentro constituyó una buena ocasión para volver a descubrir los testimonios del amor de algunos hermanos y la esperanza de comprensión en la Iglesia, por las familias formadas después de un crisis familiar, en este caso de un separado, anulado por el civil, divorciado vuelto a casar.

En efecto, mi amigo, mi hermano, fue abandonado por su anterior esposa, doce años atrás, posteriormente acogido a la ley de mi país, anuló ese matrimonio. Luego como muchos bautizados, encontraron una buena pareja y se volvió a casar y ahora su gran pena fue, no poder acompañar a comulgar a uno de sus hijos en su primera comunión, quien aún no esta en condiciones de comprender la razón del impedimento que él tiene.

En esta especial situación, en la cual los casos son muchos, estos hermanos merecen una especial atención las dificultades y los sufrimientos que sienten como fieles que no pueden acceder a la Comunión eucarística.

Los matrimonios de personas vueltas a casar, necesitan más que nadie, sentir la caridad de Cristo y el amor de la Iglesia, ellos necesitan ser acogido con amor, y motivarlos a no desconfiar de la infinita misericordia de Dios, y una manera es permitir sin objeción la participación en la vida de la comunidad parroquial.

La Iglesia, como es sabido, les hace a los matrimonios divorciados vuelto a casar, imposible el acceso a la Comunión eucarística dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio. La. Doctrina y la disciplina de la Iglesia sobre esta materia han sido ampliamente expuestas de acuerdo con todo lo que se ha dicho sobre esta situación hasta ahora.

Pero también es cierto que el Santo Padre Juan Pablo II, ha efectuado llamados de caridad para hacer todo aquello que pueda fortalecer en el amor de Cristo y de la Iglesia a los fieles que se encuentran en situación matrimonial irregular, y le ha pedido a los fieles en estos casos soportar en la fe los sufrimientos de su situación.

Entonces, ahora depende que muchos hermanos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos, realicen toda clase de esfuerzos para que se comprenda y no se discrimine, y entregarles fortaleza a los que sufren, con la oración y con la debida atención personal, para que ellos de igual forma mantengan una fidelidad absoluta a la voluntad de Cristo que restableció y nos confió de nuevo la indisolubilidad del matrimonio como don del Creador.

También es necesario ayudar a buscar una solución probable a las personas en situación matrimonial irregular, debido a que existen casos en conciencia de que el anterior matrimonio, que irreparablemente fue destruido, no tenía validez, ciertamente competencia exclusiva de los tribunales eclesiásticos para determinar esta situación, por tanto invitar a los interesados demostrar la nulidad del anterior matrimonio y someterse al juicio de la Iglesia sobre la validez de la unión anterior. Así, si luego se estable con el debido proceso que esto era un verdad, pondremos fin a situaciones dolorosas, y entonces ayudaremos a regularizar la nueva situación matrimonial. 

Pero, ahora lo inmediato, estos fieles deben recibir de la ayuda de los bienes espirituales de la Iglesia, tales como la palabra de Dios, y a todos nosotros nos corresponde una fraternal acogida.

La mejor manera de acoger, es la invitación a participar activamente en cada celebración dominical por ejemplo, a ponerse en las manos del Señor, y a orar por ellos y junto con ellos, y ayudarlos a cargar esa Cruz, cuando firmemente creen que Jesús esta presente en el altar, y sufren porque desean tenerlo y recibirlo, pero están impedidos de recibirlos sacramentalmente, es en ese entonces, cuando debemos animar a nuestros hermanos, que efectivamente recibirán a Jesús espiritualmente en su corazón. 

Es así, como hoy le envié de regalo a mi amigo y hermano, una oración que incluyo a continuación. Por haberme inspirado nuevamente, Gracias Señor

Oración

Jesús, tu sabes que quiero recibirte, 
como lo hice con pureza el día de mi primera comunión, 
como lo hice antes tantas veces humildemente, 
te pido que ahora, 
cuando mi alma se agita de amor al sentir tú presencia, 
y estoy impedido de hacerlo sacramentalmente, 
ven espiritualmente a mi corazón, 
se que no soy digno, 
pero no deseo apartarme de ti.
Amén.