El primer viernes de cada mes

“Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo” Mt 10, 24-33

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Los viernes de cada semana siempre fueron especiales para mi durante la infancia, era costumbre de no comer carne ese día, y como vivía en una ciudad emplazada en la costa del Pacifico Sur, esos días bajábamos junto a mi padre a un lugar que le llamábamos la Caleta a comprar pescado, alimento tradicional en mi familia, ya que mi abuelo materno, hijo de emigrantes marinos alemanes, seguía su tradición viviendo del mar, como pescador y fabricante artesanal de embarcaciones de pesca.

 

Otra costumbre de ese día que era muy respetada, era el tipo de música que se escuchaba o por la radio o por los tocadiscos de esa época, esta era la llamada música culta, generalmente suave y a volumen bajo, “para oír al Señor”, recuerdo que decía mi mama.

 

El primer viernes de cada mes era de gran importancia, ese día se asistía al templo para acompañar a Jesús, las puertas del templo ese día no cerraban y se hacían tres celebraciones en el día, 8 de la mañana, 12 a medio día y a las 7 de la tarde. Recuerdo que acercarse a la observar la custodia no era fácil porque todos querían estar en primera fila.

 

Hoy el día viernes, solo es el último día laboral, y se dice por fin es viernes, solo pensando en el descanso del fin de semana, es así como te propongo algo, que tal una visita de algunos minutos al Señor en el Santísimo, ¿que tal si lo vamos a acompañar?

 

Entramos al templo, y vamos a saludarlo, solo con el corazón, estamos unos segundos frente a El y hacemos silencio, para dejarle a El que nos hable, para presentir su presencia amorosa, para que se apodere de nuestro corazón, y se instale allí, eso sí,  que hagámosle un sito limpio, para que El este a gusto dentro de el.

 

Luego conversamos con El, como nuestro mejor amigo, como el más autentico de los hermanos, ¿de que vamos hablar?, allí lo veremos, veras como tu corazón se abre de una forma inexplicable, le hablaremos de nuestra familia, de papa, mama, de los hijos, de los hermanos, de lo amigos, de sus necesidades, después si deseas estar más tiempo, le hablamos de la nuestras.

 

Ten confianza, no hay de que preocuparse como lo vamos hacer, al Señor se la habla con sencillez, a el le podemos abrir el corazón con toda la esperanza, El nos oirá, el nos responderá con su amor, ahora si tienes dificultades en tu vida, aprovecha esta visita para recibir la paz que necesitas.

 

Si necesita algo, El Señor te dará la Gracia , yo también quiero recibirla, solo tenemos que mostrarle nuestra sincera necesidad de El, solo tenemos que enseñar nuestra fe y amor incondicional a El, le hablaremos con el corazón, le hablaremos con el amor que el nos enseño, y nos escuchará todas nuestras súplicas.

 

Con esta visita nos llenaremos de la Fuerza del Señor Jesús, con ella en el corazón podemos combatir en contra del egoísmo, la envidia, la soberbia, con las miseria, y si triunfamos, nuestros precioso trofeos serán los bienes espirituales, y los que están en nuestra buenas intenciones, para vivir dignamente como hijo de Dios, felices del plan de vida que el ha elegido para nosotros.

 

Finalmente, le haremos una oración, prometeremos que confiados en su ayuda, transformaremos nuestra vida para que siempre este de acuerdo a sus enseñanzas y regresaremos a casa feliz, con paz en el corazón. Te aseguro que después de esto, vendrás feliz a visitarle, porque Jesús, no falla nunca en sus promesas, lo que le pedimos con el corazón el lo entrega recíprocamente y con mas pureza.

Por comprender esto, “Gracias Señor”