Reflexión bíblica

"Está escrito, no de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios". Mt 4,3-4

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Si comían esa fruta conocerían el bien y el mal, gula y vanagloria, así sucumbieron los primeros hombres, y así quiso el demonio hacer sucumbir a Jesús sin el más mínimo éxito, lo tienta por la gula, cuando dice: "Di que estas piedras se conviertan en pan". Por la vanagloria, cuando dice: "Si eres hijo de Dios, arrójate". Por la avaricia de la grandeza, cuando le manifiesta todos los reinos del mundo: "Todo esto te daré".

Cuanta vanagloria vemos hoy día, como el mundo se deja dominar por la avaricia, que gran ejemplo el de Jesús, el demonio no pudo hacer nada.

Jesús estuvo ayunando cuarenta días y no tuvo hambre y no la tuvo porque es Dios. Sin embargo el propósito de Jesucristo era vencer al demonio por la humildad. Así fue, como lo venció con testimonios de la ley, respondiendo: "Está escrito: No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de Dios". Todo esto para honrar a los hombres, y así humillar al enemigo del género humano, así para el ejemplo nuestro venció al demonio como hombre, habiéndolo podido hacer como Dios.

Jesús advirtió la insidia que se escondía tras la propuesta, y así debemos estar atentos cuanto se nos plantea instrumentalizar a Dios, para que se ponga al servicio de nuestras necesidades materiales. 

Dios es mucho más que el hambre, su Palabra es nuestro primer y más importante alimento, es absolutamente esencial, entonces nutrámonos con esa palabra.

La Palabra de Dios, nutre, como el pan, esencial para nuestro desarrollo y crecimiento, el pan Jesús, que nos hace crecer en nuestro corazón por que al venir a la tierra y al hacerse nuestro alimento crecemos como hijos de Dios.

La Palabra de Dios también nos transforma, en ella nos refugiamos, en ella esta la vida, ahí se encuentra el alimento del alma, la palabra necesaria de cada día, esta en el Evangelio, palabra del Señor que debemos amar.