Oración al Padre que me dejo mi hermano Jesús

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant



 

A primera hora de la mañana, inmediatamente al despertar, y antes de llevarme las manos a los ojos para darle mejor ánimo por su difícil tarea de permanecer abiertos sin reclamar, tengo listo en mis labios el Buenos Días Padre, mande usted.

Por lo general me encanta buscar una oración dentro de lo que quiero conversar con Dios, y ese gusto, me invita a reflexionar un instante sobre mi vida hoy y mis tareas comprometidas con el Señor y todos mis hermanos.

Pero lo irremplazable siempre es el Padre Nuestro, una oración perfecta, en ella esta todo, entonces si la inspiración no alcanza a cumplirse, acudo como tantas vece al Padre Nuestro, pero como mi corazón en su incansable bombeo hasta hoy, me invita a reflexionarlo, y me resulta así 

Padre Nuestro: 

Inmediatamente al primer pronombre, ya involucro a todos mis hermanos, “Nuestro”, Padre, uno solo, pero nuestro, todos nosotros. Comencé entonces orando por todos, me parece que es lo más grande. 

Que estás en el cielo: 

El cielo, la Casa del Padre. De uno de mis maestros en el cual he educado mi fe, esto es San Agustín, aprendí eso de que Dios, habita en le corazón de los hombres justos, complementado con la idea del cielo, es entonces una idea mas allá de todo lo que como hombre puedo imaginar. 

Santificado sea tu nombre:

No es la idea de santificar al que santifica todo lo que hay, todas las cosas, para mi es mi promesa de ser santo para que Dios habité en un digno lugar. Que compromiso, cuanta ayuda necesito de ti Señor. 

Venga a nosotros tu Reino: 

Me encanta esta expresión, me entrega fuerza y confianza, porque estoy pidiendo lo que Dios nunca niega, que se haga presente en nosotros, porque la pluralidad es en toda y cada una de las letras de esta oración, es para que el Dios reine en nuestras vidas, así entonces en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones. 

Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo: 

Por supuesto señor, nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones. 

Danos hoy nuestro pan de cada día: 

Jesucristo es el Pan de Vida Eterna. Entonces pido que se nos dé este Pan. Cristo es mi pan diario, presente en la Sagrada Comunión, es el alimento mas saludable, y es triste privarse de el. Compromiso para permanecer en estado de gracia.

Perdona nuestras ofensas: 

Misericordia Señor, me comprometo a no faltarte, y caigo, me perdonas, y vuelvo a caer, y te suplico que suspendas el castigo, y tú tan bueno y lo haces, y en cuanto veo que por tu confianza en mí, miras para otro hermano, vuelvo a caer. 

Como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden:

Así es Dios, lleno de piedad por los pecadores, si lo es conmigo, tengo que serlo con los demás, si no es así, soy un hipócrita. 

No nos dejes caer en la tentación: 

Pedimos a Dios que no nos deje caer en el pecado, esto es fuerza, amor, decisión, voluntad para enfrentar este diarios combate "entre la carne y el espíritu", capacidad para evitar las ocasiones de pecar. Si queremos que Dios permanezca en nuestro corazón, tenemos que protegerlo de la tentación.

Y líbranos del mal: 

Para mí el mal, es el “maléfico”, estos son otros sinónimos, mentira, crimen, robo, xenofobia, discriminación, desidia, irreverencia, egoísmo, envidia, pereza, maldad, dureza de corazón. Incomprensión, irresponsabilidad, y tantas más que son el deleite de Satanás.