Reflexión bíblica

Mt 15, 29-37 “«Y todos glorificaban al Dios de Israel»”

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.


Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino». Los discípulos le dijeron: «¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?». Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen?». Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados». Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas.

Palabra del Señor. 


Reflexión


Una multitud acude y demuestra una gran fe en Jesús, ellos suben a la montaña en busca del Señor. Le llevan sus enfermos y los dejan a los pies de Jesús. El Señor los sana de inmediato. La multitud de curaciones provoca una gran admiración en todas las personas. Así es como “todos glorificaban al Dios de Israel”

En un sentido místico, Jesús se sienta en lo más alto, como para señalarnos que en lo celestial nuestra alma descansa y se sana, y cuando nos acercamos a El, nos ponemos a sus pies y nos curamos de todo mal.

Los hombres luego de ver como el Señor sana, se admiran y alaban a Dios. Pero en la vida, aún hay ciegos que no pueden ver el camino de salvación, como sordos que no oyen la Palabra de Dios, y paralíticos que no pueden seguir a Cristo, ahí esta nuestra tarea, acercarlos a Jesús, para que encuentren curación a sus males.

La gente sigue a Jesús sin preocuparse de sus necesidades de alimentación, ellos están cautivados por la Palabra del Señor, esta tiene un atractivo irresistible.

Este seguir a Jesús, es un gran ejemplo para aquellos que están pendiente de sus intereses materiales y el de sus economías, cuestiones que les impiden sacrificarse por Cristo.

La multitud se admiraba, todos glorificaban a Dios. Presentemos también las obras que hace el Señor en nosotros, seamos ejemplo de vida mediante el camino recto, con una vida sana y alegre espiritualmente para que muchas personas se entusiasmen en seguir a Jesús y glorifique a Dios.

Luego Jesús, con su natural inclinación de hacer el bien, llamó a sus discípulos, para decirles que tiene compasión de estas gentes, porque hace ya tres días que perseveran con El, y no tienen qué comer: y no quiere despedirlas en ayunas, para no desfallezcan en el camino. El Señor, primero cura a los enfermos y luego se preocupa por todos y les da de comer. Esto es lo maravilloso, El nos muestra como ama a los hombres, como se preocupa por los que lo siguen, y como da de comer al necesitado.

Jesús, llama a sus colaboradores y cuenta con ellos. Así como los discípulos reciben de manos de Jesús los panes para distribuirlos entre las personas, así es como el nos quiere, que todo alimentos que recibamos de El, sea compartido, para que mas gente se alimente de los beneficios que otorga el Señor. En muchas ocasiones Dios se servirá de nosotros, para que llevemos a nuestro prójimo el Pan Divino, la Palabra del Señor, alimento indispensable de nuestra vida.

El gran ejemplo de este fragmento del Evangelio, es la misericordia de Jesús, el se compadece y socorre a la gente necesitada. El Señor Jesús, nos enseña que siempre debemos tener compasión por el que sufre, y que debemos socorrer con sinceridad al que esta afligido, es decir, con obras de amor, de verdad y de caridad. Recordemos, que el que no ama a su hermano, no ama a Dios. 

Por comprender esto, Gracias Señor