Crisis y confusión

Autor: Alejo Fernández Pérez   

alejo_fp@terra.es

 

 

OBEDECER  

Obedecer es una  palabra que no parece estar de moda. A los jóvenes y a los que empiezan en sus trabajos se les ha hecho creer que “obedecer” implica pérdida de su libertad. Queremos ser libres como el viento, como los pájaros, como las olas del mar. Bonito ideal hasta que se rompen los “cue.” dándose de bruces con la dura realidad.  

Se les ha ocultado que la libertad va siempre unida a la responsabilidad y al compromiso. Inevitablemente hay que decidirse por qué carrera estudiar, a que  trabajo vamos a dedicar nuestra vida, que religión confesar, si nos casamos o nó, …Hecha elección, se acabó la estúpida libertad de los pájaros y del viento. En el trabajo hay cumplir unos horarios y atenerse a las órdenes del jefe. En todas partes, hay que "obedecer “ a unas jerarquías y supeditarse a unas normas, nos guste o no. Sin obediencia no hay sociedad. 

La desobediencia de Lucifer y las de Adán y Eva a los designios de Dios , torcieron el curso de la humanidad , curso que sigue torciéndose a través de los siglos, hasta hoy, donde parece haberse acentuado una tremenda confusión y crisis de la sociedad  y del catolicismos actual. Millares o millones de almas sencillas están “como ovejas sin pastor”, aguantando una avalancha de increencia, indiferencia y materialismos que nos amenaza. ¡ Cuántos religiosos, imbuidos de un cierto mesianismos, amparados en la libertad de expresión, la tolerancia, los derechos humanos, el marxismo, la teología de la liberación, incluso el amor al próximo han perdido de vista que sin el amor a Cristo- único camino, verdad y vida- , a la Iglesia y al Papa no existe amor al próximo! La sociedad opulenta, con su norte perdido no está menos confusa.  

Los frutos son conocidos: ateismo, agnosticismo, sexo, drogas, blasfemias públicas, divorcios a la carta, pornografía, abortos, el relativismo moral y de todo tipo: nada es verdad ni mentira, depende de nuestro placer, intereses, fama,..Se mofa y discute a toda autoridad: Papa, Obispos, Ministros, Reyes y a todo el que se ponga por delante. Desaparecen el bien y el mal; la verdad y la mentira. La autoridad no cuenta, y, si todo vale, la moral deja de existir. Llega el tiempo de los bárbaros para dar la puntilla a las sociedades podridas, como le llegó a Roma. Tremendo ¿nó? . Sí, pero real. Basta observar a nuestro alrededor.  

Churchill no ofreció a los ingleses más que sangre, sudor y lágrimas para ganar la guerra y salvar a su sociedad. Los ingleses obedecieron y ganaron.  Hernán Cortés quemó las naves para indicar que no había más que un camino para la gloria. Sus seguidores aunque a regañadientes, obedecieron y ganaron la gloria.  Pizarro hizo algo parecido con sus trece soldados y también obedecieron y ganaron.  Cristo para ganar la Gloria nos ofrece y exige llevar su  cruz . "El que busca a Cristo sin Cruz muy pronto encontrará la cruz sin Cristo.  

Sin embargo, en el mundo civilizado  y opulento solo importa el poder, ¡ único Dios!. Para conseguirlo, prometemos  poco trabajo y alta paga, aprobar sin estudiar, alcohol barato, sexo fácil, felicidad a la carta y billetes de mil euros por baratijas. Cuando Dios desaparece del panorama social aparecen los cuervos dispuestos a devorar a los pardillos de turno. ¿Podremos salir de esta crisis y confusionismo? Siempre se puede si acptamos a Dios como general. 

¿Soluciones? En la Iglesia, Las mismas de siempre: El Evangelio,  la Cruz, la oración y el amor a Dios sin el cual no hay amor al prójimo. Sin Dios, no existe dignidad para el ser humano, pues la tiene  por ser hijo de Dios.  En gran parte, el camino es la obediencia ¡O B E D E C E R! Obedecer con inteligencia, con alegría y pensando que se obedece no a un hombre: ministro, obispo o   al Papa,  sino a Dios, pues “toda autoridad-legítima- ha sido puesta por Dios” 

En cuanto a los gobernantes, ya deberían saber que “hay que obedecer antes a Dios que a los hombres” por eso, cuando los gobiernos gobiernan teniendo en cuenta los mandamientos divinos y la Ley Natural , todo va bien. Pero cuando ellos mismos se apartan de Dios y pretenden erigirse en Dioses: ¡puafff! Ganan una cuantas batallas, causan destrozos tremendos físicos y morales en los gobernados, y ¡siempre!, ¡siempre!, terminan perdiendo la guerra. ¡Nunca aprenden! Y así hasta el último día. No obedecer al Señor, ignorarle, perseguirle o perseguir a su Iglesia termina en ruina en todas las ocasiones y sobre todo para sus perseguidores.  

¿Qué pasaría en una guerra si las órdenes del General son desobedecidas por el coronel, las de este por los oficiales y las de los oficiales por los soldados?  El enemigo ganaría la guerra sin disparar un tiro y retorciéndose de risa. El “general” puesto al frente de la Iglesia en cada momento es el Papa, y Pedro fue el primero. Posteriormente se dirige también a los apóstoles : Mt 28,19-20 Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijos y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he  mandado. Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos 

La obediencia a las autoridades eclesiales ha de hacerse a pesar de las inevitables carencias y fallos humanos. Y estos deben recordar que no están para ser servidos, sino para servir. Y para eso hay que valer.  Sin embargo, obedecer no significa que hayamos de “pasar por carros y carretas”. Los fallos humanos hay que denunciarlos si no queremos hacernos cómplices de sus consecuencias, pero guardando las formas y salvando la cara, dentro de lo posible a la autoridad. Siempre hay una forma aceptable.  A mayor libertad, más contestación, más rebelión. A mayor rebelión y desobediencia mayor crisis social Para los cristianos está muy claro que: Toda Ley que va contra los mandamientos divinos o contra la Ley Natural, no es Ley, y, por tanto, no merece obediencia.