Fariseos
Autor: Alejo Fernández Pérez
Siempre que Jesús utilizó la palabra “hipócrita” fue para dirigirse a los fariseos, hombres profundamente religiosos y practicantes. En labios de Cristo, la hipocresía es vicio de gente de iglesia, defecto típico de los piadosos de todos los tiempos. Gentes que aparentan austeridad, rigor, y que exigen el cumplimiento de unas leyes que ellos se saltan.
En el campo político el farisaísmo y la hipocresía son de una tan extrema gravedad, que por la amplitud de sus efectos merecerían un artículo aparte
El fariseo es una planta que florece en todas las generaciones desde hace dos mil años. Se extiende fácilmente en el terreno religioso, pero no menos en el político, en el económico y en cualquier otra actividad. Fingir nuestros sentimientos, aparentar lo que no se tiene, intentar pasar por virtuosos o devoto sin serlo,… son formas de mentir, de engañar como otra cualquiera
Fariseos somos los que nos ponemos de parte de Dios y nos desentendemos de los hombres, los que sustituimos los mandatos divinos por nuestras propias leyes o costumbre, los que sustituimos la misericordia por la letra de algunas disposiciones, los que les damos más importancia a la forma que al fondo de las cuestiones. En una palabra, somos los que nos matamos trabajando en una cofradía y no vamos a misa. Somos los que no colaboramos con la Iglesia si no ostentamos algún carguillo.
No se puede tomar en serio a Dios si no se toman también en serio a los hijos de Dios. El verdadero hipócrita es el hombre que no sólo engaña a los demás, sino que, antes que a nadie, se engaña a sí mismo. Es la primera víctima de su comedia religiosa, de su ostentación piadosa.
Otros se escudan para justificarse en las faltas o errores de algún que otro sacerdote. Olvidamos que Cristo prometió asistencia a su Iglesia hasta el final de los siglos; pero no garantizó la fidelidad ni moralidad de sus seguidores. A ellos los juzgará Dios por sus obras, a nosotros por las nuestras.
Uno de los más grande de los profetas bíblicos, Isaías (58, 5-13) fustigó duramente a los hipócritas. Sus palabras se podrían traducir en la actualidad como: ¿Sabéis cuál es el tipo de ayuno, el sacrificio grato al Señor? Que te ocupes de sus hijos, tus hermanos, que pagues el sueldo y la seguridad social legal a tus obreros. Paga los impuestos justos con los que el estado pueda hacer frente al hambre, a la salud, a la enseñanza. No le vuelvas la cara al necesitado, al pobre y elimina de ti el gesto amenazador y hablar altanero. No te escudes en tu situación o poder para enriquecerte injustamente, burlar a la justicia y oprimir a los que no se pueden defender...
Nuestra Iglesia ha levantado tanto la mano en tantas cosas: domingos, misas, confesiones, penitencias, sacrificios que puede que se haya conseguido lo contrario de lo previsto: perder cristianos en vez de mantenerlos. La vida light, la vida cómoda no es seria, merece poco respeto y la gente se va.
En el terreno familiar es triste ver en los asilos de ancianos cómo los hijos no van a ver a sus padres durante una hora, no un día a la semana, sino ni un día al año. Sin embargo, presumen de querer a sus padres con locura.
Ni el farisaísmo ni los fariseos han muerto, siguen vivos, están entre nosotros. ¿Estamos V. y yo entre ellos?