Gracias, de tu "abue"

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corola nueva

 

 

Dedicado a mi nieta
“Dusi” Felici Argamasilla

¡Gracias, mi amor!

Por dejarme llevar un pedacito de tu infancia entretejido, escondido, pegadito por los vericuetos de mi corazón. Dándome horas nuevas a mí, que vivo del recuerdo de las horas viejas.

¡Gracias, mi amor!

Porque cuando te abrazo, lo que en realidad quiero es abarcar tu amor y regalarte el mío. Enroscarlo a mis sueños, a mi sed, al debilitamiento de mis años.

Ayer se te agrandó el mundo.

¡Qué excitación, que alegría en el rostro de todos porque entrabas a la escuela! Tú me mirabas asustada y yo llorando por dentro.

Quería dejarte otro tramo dentro del mundo cotidiano fabricado entre las dos.

Estirarte un poco más la infancia con cuentos de mi imaginación, canciones inventadas y muñecas que hacemos revivir.

Prolongar el juego con mis anillos y collares, con mis pulseras y cinturones. Por eso lloraba.

Quería darte un tiempito más de consentida, de pichoncita, con el nido entre mis brazos y el refugio en mi corazón cada vez que te asustas o te hacen algo.

¡Dejarte aquí, bajo la protección de mi mirada!

¡Qué dura prueba que todo lo que te doy no baste, que tengas que irte! Que yo misma tenga que abrirte la jaula para que busques lo que empiezan a reclamar tus sueños, tus deseos, tus ansias.

Ya empezó a tener tu vida nuevo espacio, nuevo contorno, nuevas personas, nuevas perspectivas.

Todo el tiempo supe que no basta el amor de una abuela para albergarte siempre.

Pero nunca me dolió tanto despegar los brazos como ayer.

Es que tienes mucha vida a quien pedirle. Y yo sólo te tengo a ti.

Eres el único latido hondo, la única piel suave, la única carita que cuando se le insinúan los hoyitos me mira iluminada.

La única que se me duerme arriba, y es como si un calor de primavera nueva quisiera desplazar mi otoño fatigado y un nuevo rigor de amapola roja se acercara a besar a su jazmín.

La única que cuando te subes a mi sillón y te acurrucas, pareces un ovillo tibio que se va enredando a mis entrañas, y nacen en tus manitas caricias creadas para mí.

Eres a la que me quedo mirando cuando duermes en el sonoro silencio de tu sueño. Se acabó eso de inventar el mundo que quiero hacerte vivir. Aunque sepa que vivirás el que nadie te ha enseñado.

No caminarás sobre mis pasos, como ahora, ni se erigirá un rosa con el molde y el color de mi deseo.

Siempre lo supe, y ahora lo siento.

Tú me enciendes la risa y el amor.

Me prendes estrellas por todas partes de esas que no precisan horas para encenderse. ¿Me comprendes?

Eres cielo, tierra, dolor, risa, campana, crepúsculo, paloma. ¡Eres mi niña!

Contigo tengo las últimas vanidades y los últimos lujos. Es un lujo tener en estos tiempos un amor así. Lo enseño, lo luzco. ¡Qué oronda anda mi alma con tu amor a cuestas!

Mi niña, no puedo decirte que no te vayas no debo… y no quiero llorar.

Lo que quiereo decirte es “¡Gracias!” A mis años me regalaste un milagro que revive, y me encontré de pronto que todavía florecía mi tronco con rosas que ofrecerte.

Gracias, de tu “Abue”

OCTUBRE DE 1978