Los errores se pagan

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corola nueva


Con la tristeza de la patria no sabe uno qué hacer. Nos sentimos impotentes. Somos como enjambres de abejas buscando dónde libar esperanza y fe.

Un oleaje de recuerdos en la mente y un oleaje de rebeldías en la sangre.

Son cadenas invisibles, pájaros escurridizos, estos deshilvanados intentos y desesperados deseos.

Algunas veces la patria nos columpia y nos hace sonreír. Otras, se nos trepa dentro y nos ahoga.

Hay algo de cadena irrompible de la que nunca podremos desatarnos.

Sentirse atada y sin salida, como si todo se nos fuera de la mano, y sólo quedara la soledad.

Los sueños no se destejen de sus palmas, ni el corazón de su orilla. Como esperando el milagro de que una ola grande y fuerte se levante y barra, barra con todo. 

Somos como un territorio sin contorno. Como una isla sin forma. Como una tierra donde nuestros pasos parecen perderse irremisiblemente.

He visto cubanos con los ojos fijos en el sol de allá, sin ver la luz de donde pisan. Aferrados a la lejanía. Esperando sin razón para esperar.

Esta es una tristeza que se defiende como la vida, en vez de tratar desesperadamente de ahuyentarla.

Nuestra felicidad ha quedado reducida a luces fugaces, como de parpadeo; a gotas, retazos, pedacitos que tan pronto iluminan como mueren.

Mueren porque siempre tropiezan con esa franja de sombra que vive tras nosotros.

Tuvo que llegar esa franja de sombra, para enseñarnos que los errores se pagan y se lloran.