Mensajes de la tierra

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corola nueva

 

 

 

La tierra me manda mensajes a cada rato, mensajes de cosas que vuelvo a descubrir y con las que vuelvo a soñar.

Las manos se me van por el agua de mi mar; la raíces, por las montañas de mi tierra. A veces las olas de mi mar se me visten de espuma. Y las montañas de mi tierra se me llenan de flores.

¡Cuántas veces amanezco con la sensación de haber estado de nuevo en mi casa del mar! Con esos corredores oliendo a sol y a yodo. Con esa playa dibujando en su orilla la huella de los pies de mis hijos. Con esos cocos riéndose, trenzándose, y esos pinos susurrantes llamándolos al orden. Mis pinos y mis cocos llenándonos de música el verano y dándonos el sol por rendijitas. Ese mar apacible, que se movía emparejando la arena, para que mis hijos la encontraran otra vez arregladita. Y se movía acompasado, para arrullarles la siesta.

Ese mar que dejó en mi corazón sus raíces de algas. Y me llenó las ansias de peces, y la fantasía de oleajes y de espuma.

Ese mar que trato de apretar en mi pecho, pero a veces se me rebela, me inunda y me deja los ojos mojados de sal.

Son mensajes que me manda la tierra, con los que yo vuelvo a descubrir y soñar.

También a veces la enredadera que plantamos me saluda con el viento del patio. De aquel patio de charla sabrosa y vida feliz. Me saluda por el muro de la terraza y el alero de la ventana. Como hacía antes, cuando yo le sonreía queriendo decirle: “No te secarás nunca, y me acompañarás hasta los últimos días de mi vida.”

No sé con qué niebla de tristeza se treparán ahora esos tallos por las paredes de mi casa. Tal vez les vaciaron las corolas a mis flores, les quitaron las mieles que eran un goteo incesante de mis niños y mío.

Tal vez ellas, acostumbradas al amor, también murieron con las hojas hirientes y negras. Como todo lo que deja de vivir cuando se le estruja el corazón.

Son los mensajes de mi tierra que me hacen un nudo en la garganta, a pesar de los esfuerzos por no llorar.

Perdóname Tú, Señor, que conoces todas las cosas. Perdóname que busque el consuelo llorando. Sé que las lágrimas no se hicieron para devolver la felicidad. Pero Tú sabes que me desarmo con cualquier poquito de dolor. Y estos mensajes de la patria, tienen de todo.