Ellas, siempre han hecho historia

Autor: Manuel Velis-Pacheco

 


 

La noticia dejó perpleja a la niña. Fue como si un millón de toneladas de roca, cayeran sobre su espalda y la doblegaran hasta hacerla romper en un murmullo que de inmediato fue convirtiéndose en sollozos.  Había llegado a la clínica con la mente clara de una dolencia intestinal y, este médico le ha dicho que está esperando un bebé. ¿Cómo puede ocurrirle eso a una criatura que apenas inicia su formación educativa? ¿Quién fue el responsable de ese acto? ¿Qué va a ocurrir ahora con su vida? Fueron preguntas que se quedaron en el vacío, y cuando tuvo que confiarlo a sus padres y no tuvo ella, ninguna respuesta acerca de la responsabilidad paterna; la humillación, la falta de consideración, estuvieron a punto de hacerla acceder al consejo más común: “Deshazte de la criatura antes  que sea demasiado tarde” Pero dio la espalda a todos aquellos que la detractaban y acosaban con sus cobardes consejos. Se armó de valor. Decidió decir ¡SI A LA VIDA!  El acontecimiento que la iluminó nueve meses después, luego de buscar infructuosamente un lugar para dar a luz a su pequeñuelo y depositarlo en papeles de un periódico cualquiera en aquel parque vacío y, aquella mano piadosa que la ayudó en sus instantes de alumbramiento; que luego le brindó un techo, la alimentó, la mimó y le dijo las palabras aquellas: ¿Sabes Marcela? Hoy ha nacido en este parque un hombre nuevo. Anduve dando tumbos por la vida. Nunca fui un verdadero creyente; pero hoy, escuché una voz que me decía: —Ve al parque—.—Pero Señor, es de noche y quiero ver el fútbol— ¡Anda ve!— —Y vine. Allí estabas con tanta necesidad y con tanta determinación. Hoy quiero comprometerme. Cuando te recuperes, te invito a acompañarme a las calles y buscaremos las jovencitas que estén corriendo con tu mismo problema y les ayudaremos y, tu niño lo llamaremos Salvador, porque él también aprenderá a luchar por salvar las vidas de los inocentes—.

            Ese día, por la determinación de una niña venida a mujer, nacieron tres almas determinadas a cambiar la vida de cientos de jovencitas que por una u otra circunstancia tienen que enfrentar la misma situación. Ese Ministerio ha servido de valuarte para muchos más que hoy día nacen para bien de la humanidad.

            Hace más de dos mil años, ocurrió un hecho semejante que tú y yo conocemos a plenitud. También hubo una niña que se atrevió a decir SI a Dios. Aunque eso le conllevó a sufrir rechazos y maledicencias y aún hoy día, crea polémicas entre nosotros; pero, ese atrevimiento aceptatorio, aunado al cúmulo de sufrimientos que vivió con el Ministerio del Salvador del mundo, que culminó al pie de una cruz en el Calvario, bañada en la sangre de Aquel que vino a ofrecernos la Redención, justamente la redimió y le ofreció un puesto envidiable en la historia de la Salvación. Ese Precioso ser que ella llevó en sus entrañas. Ese que le produjo los dolores más inenarrables; el que le partió el corazón por su Pasión vivida. El que luego la llenó de Plenitud de Gozo al verle cumplir las Profecías y darse cuenta de su minimitud ante la Majestuosidad del Primer SI que los Cristianos recordamos con tanta vehemencia.

            Hoy día, en algún lugar de nuestro planeta, te aseguro que hay una niña que está en las mismas circunstancias. Hoy, una niña venida a mujer está diciendo SI a la vida de un perfecto desconocido que vendrá posiblemente enviado por Él para cumplir una misión dentro del marco de Salvación de esta humanidad y, es que la mujer tiene a sus espaldas esa enorme responsabilidad; es a quien Dios ha encargado la tarea de llenar este mundo de ternura, dulzura, paciencia, valentía, determinación  y todos los adjetivos que hablan acerca del coraje de enfrentarse a las circunstancias más adversas a fin de traer a este mundo todo lo que somos tú y yo.

            Es tiempo de volver a sentarnos en el suelo y recostar nuestra cabeza sobre esas rodillas que tanto se han doblado en noches de interminables oraciones porque nos vaya bien en la vida. Es tiempo de inclinar nuestro rostro y escuchar las palabras que nos han sabido guiar hasta los pies de Cristo.

            DIOS BENDIGA A TODAS LAS MADRES JÓVENES, ANCIANAS, PRESENTES CON NOSOTROS Y, A TODAS AQUELLAS QUE YA FORMAN PARTE DE LA CORTE CELESTIAL, PORQUE TODAS ESTÁN Y HAN ESTADO PENDIENTES DE QUE LO MEJOR NOS SOBREVENGA A SUS HIJOS.  LO MEJOR POR CIERTO YA NOS OCURRIÓ, SOMOS Y HEMOS SIDO LOS HIJOS DE LAS CRIATURAS MÁS BELLAS QUE DIOS CREÓ SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA. ¡GRACIAS DIOS POR DARNOS EL MÁS GRANDE REGALO¡ ¡NUESTRAS MADRES!