La primera piedra

Autor: Manuel Velis-Pacheco  

 

 

El hombre es el único ser que, teniendo uso de un raciocinio eficaz, es capaz de equivocarse reiteradamente sobre el mismo patrón. Aquí en Canadá, no cambia la historia. Es de suponer que la mayoría de ciudadanos tenemos el derecho y la obligación de elegir a las personas que regirán los destinos del país en cuanto a la política, diplomacia, sistemas de salud, etc. Así, cada período establecido, nos dirigimos a las urnas de votación, con la ilusión de darle paso a una nueva era en las lides  gubernamentales. Lo curioso es que, después de transcurrido un tiempo prudencial, nos damos cuenta de que estamos viviendo el cuento de Las mil y una noches, ya que no se termina jamás y volvemos a escuchar las mismas promesas y cuentos trillados por el tiempo.

            Últimamente, una proposición realizada con artimañas, pero con el conocimiento de todos, ha venido a desestabilizar la comodidad adormecedora de este bello país. A esa leve proposición quiero referirme en este artículo; pero, antes, déjeme aclarar un par de puntos que pienso, han quedado en el olvido de unos y otros: Primero, la mayoría de ciudadanos vamos a las urnas para elegir a los políticos que han hecho hasta lo imposible por convencernos de ser los personajes perfectos para guiar nuestro país por mejores senderos de vida. Déjeme recordarle, ¡somos la mayoría! Ellos han sido elegidos para llevar a cabo la Voluntad de todos los que les elegimos. Se da cuenta; ellos se han comprometido desde antes a escucharle antes de realizar ninguna maniobra que pueda lesionar su persona en forma alguna.  Segundo, ellos son un grupo de personas con una autoridad que les ha sido delegada y por tanto, por ser delegados, se encuentran Constitucionalmente obligados a escuchar a sus superiores Usted y yo, antes de legislar en forma alguna acerca de cualquier definición que ha sido determinada por la Carta Magna. Tercero, el resto es una minoría a quienes respeto y admiro por su tenacidad, PERO, definitivamente NO TIENEN RAZÓN que les asista. ¿Ya adivinó? Me estoy refiriendo al tan sonado (sin necesidad) caso del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

            Es curioso, pero aún cuando somos la mayoría quienes elegimos a los políticos en turno, es una minoría la escuchada y el grito de todo un país no tenga ni siquiera un poco de resonancia en los oídos de aquellos que están dispuestos a pisotear la Constitución misma, que ha sido cimentada precisamente para cuidar de los intereses nuestros y, se presten a una maniobra oscura que pretende darle auge a una sociedad en donde la familia y los derechos podrán ser barridos totalmente un buen día y con ellos Usted y yo.

            Me resulta imposible de entender el que las personas que pretenden tal desatino, se hayan olvidado totalmente de su propio origen. Quisiera recordarles, hacerles un refrescamiento de memoria: Señores, es innegable que, para que ustedes ahora estén reclamando derechos inexistentes, hubo necesidad de un hombre y una mujer que les dieran la oportunidad de vivir. Ese es un milagro que únicamente la naturaleza divina ha podido realizar. Ahora, vienen ustedes a decir que no importa el hecho de la reproducción natural. Eso indica la poca estima que tienen acerca de su propio origen. Yo respeto sobremanera la orientación de cada quien en cuanto a sus deseos físicos; más, es imposible aceptar sin levantar la voz de protesta cuando se trata de coartar la seguridad  de aquellos que tendrían en el futuro que aceptar forzosamente el legado desquiciado de aquellos que olvidándose de las promesas hechas a un pueblo, claudiquen ante las exigencias de una villa arguyendo para ello ideas huecas e infundadas.

            Es ésta, una invitación a que unamos esfuerzos para exigir a los que hemos delegado para que atiendan a nuestras necesidades, para que se HAGA LA VOLUNTAD DEL PUEBLO. Sin menoscabar los derechos que asisten a los demás para ser escuchados. Sin embargo, esta claro que antes de tomar decisiones que afecten mis propios derechos y los suyos, TENEMOS EL DERECHO DE SER ESCUCHADOS y, si convergemos en la disponibilidad de mantener los derechos que por naturaleza son inherentes al ser humano, levantemos nuestras voces para que se nos escuche, y si es necesario sostener nuestra posición ante las autoridades civiles, estemos dispuestos a ello. El derecho nos asiste.

            Antes de cerrar el presente artículo, quiero hacer la aclaración siguiente: Soy una persona que cree en la paz, y no soy partidario de ninguna expresión de violencia. Si el mundo el día de hoy se encuentra desangrándose en un caos conflictivo, es precisamente porque siempre los pequeños grupos quieren hacer prevalecer sus ideales, olvidándose totalmente de que es el pueblo en general el que debe decidir sobre cosas y casos en donde está en juego su destino. Si ese pequeño grupo no recibe lo que peticiona, da inicio a un conato de violencia para salirse con la suya. Nosotros debemos ser prudentes, pasivos, cordiales, amorosos, pero firmes en nuestras decisiones. EL MATRIMONIO ENTRE DOS PERSONAS DEL MISMO SEXO ES ANTINATURAL, INCONSTITUCIONAL Y ATENTATORIO para la preservación de la vida del ser humano.

            Como un estudioso del Derecho, me resulta inverosímil toda esa perorata de una enmienda Constitucional; sin embargo, debo aceptar que para desgracia nuestra, el mismo legislador, el mismo jurista, el mismo gobernante, se encarga de destrozar impunemente la idea Central de la Carta Magna y poner una cuña que incline la balanza hacia donde le conviene. Eso, si Usted y yo lo permitimos como ha ocurrido hasta el día de hoy.

            La invitación esta abierta para que me acompañe en esta jornada de acción por que nuestros derechos sean respetados sin menoscabar el de los demás. Cerremos frentes para solidarizarnos por el bien común. Ya se esta sacando de las aulas escolares la idea  de un Creador y de la necesidad de la oración. Ya se está expulsando de los corrillos políticos la presencia de Dios. Ya se está distribuyendo la idea del modernismo espiritual que esta destruyendo el respeto a la naturaleza del ser humano/espiritual. Es tiempo de alzarnos en una sola voz de protesta para que no se continúe pisoteando todo aquello que nos hace respetar al de enfrente. Usted tiene la siguiente palabra. La mía, ya la conoce…