Todos queremos pertenecer a una familia de verdad…aún los niños adoptados.

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

 

Hablar de adopción, es hablar de una tríada de participantes, los padres de nacimiento, los padres adoptantes y el niño o niña. En esta interconexión no podemos negar uno de los momentos más cruciales de la existencia: la reproducción. Esta es por supuesto, el punto evolutivo de la existencia, el impulso más antiguo y básico sobre la tierra. Aunque todas las especies respondan a esto, sólo los humanos proporcionan a la procreación una especial voluntad y conciencia. Muchos matrimonios gastan dinero y años de su vida en tratamientos para la infertilidad, los cuales son físicamente demandantes y psicológicamente degradantes. Pero no todos desean reproducirse en cierto momento de sus vidas y sin embargo, no asumen la responsabilidad de su vida sexual proyectando en el hijo-por-nacer su propia imprudencia; el hombre huyendo de su sensatez y compromiso; la mujer, tratando de ocultar su preñez cometiendo en ocasiones un acto vergonzoso como es el aborto provocado del que nunca se recuperan.

Hoy se ha puesto en duda la validez y la fortaleza del matrimonio y la familia, sostén de muchas civilizaciones. Hoy se habla de unión legalizada (erróneamente llamada matrimonio) entre parejas de homosexuales, lesbianas, trasvestis, etc. Hoy se habla de ‘diversidad’ de familias en donde cualquier unión es incluida como familia; hoy hay ciertamente abundante confusión y liviandad. ¿Es que el ser humano ha perdido la identidad que proviene de su propia dignidad? Existe la impresión de que el sistema familiar se está resquebrajando mas rápidamente de lo que creemos, a menos que actuemos a tiempo. Estamos presionando tanto a las familias de hoy, que no creo que puedan manejarse adecuadamente tanto en sí mismos como dentro del sistema; esto debe tomarse muy seriamente. Hoy, los adelantos científicos hablan de que puede existir comunicación con el no-nacido (nasciturius) y de que la conducta del bebé contiene mensajes claros, poderosos y directos. Si se pudiese enseñar al padre y a la madre a evaluar la conducta de sus bebés como un lenguaje en sí y también a  interpretarlo a temprana edad, sería mucho más fácil el trabajo de ser padres. Sin embargo los tiempos han cambiado, se omite el conocimiento de estos adelantos; las tendencias confunden y el individualismo contribuye además a que mujeres y madres jóvenes sientan ansiedad, algunas porque trabajan y cumplen con doble jornada laboral, otras porque no sienten que sea valorado su trabajo en el hogar y creen que sólo obtendrían alicientes si trabajaran fuera de casa al compararse con otras que así lo hacen; de este modo experimentan una escisión interna. Lo que las mujeres deben reconocer es que cada estrés puede ser una oportunidad para el éxito y en ocasiones no valoran el matrimonio y la posibilidad de realización personal y familiar que conlleva su responsabilidad. El movimiento feminista ha sido tan propagado, que ha dado a las mujeres un sentido de poder dentro de la fuerza de trabajo y eso es importante. Sin embargo, también las ha confundido al no dirigirse a ellas con respuestas firmes ante preguntas tales como: ¿cómo podemos dividirnos en dos para atender el hogar y el trabajo remunerado? ¿cómo podemos tener éxito en el lugar de trabajo y en el mantenimiento de una familia?..... Por otra parte, los padres enfrentarán también este problema en la medida en que tomen parte más activa en su familia.

Tenemos dos conceptos a resaltar: uno es que la familia formada por la natural complementariedad de los esposos y sus hijos, debiese ser poderosa dentro de sí misma. El otro, proviene de la teoría del vínculo en la teoría psicoanalítica y de la formación familiar: la madre y también el padre deben ser los principales responsables y educadores de sus hijos, esto debe permitir que se haga una deducción correcta en lo que deberán hacer cuando ambos salen a trabajar fuera de casa. La mujer que deja a sus hijos al cuidado de otros, casi siempre tiene una sensación de pesar, de desvinculación. Entonces, el vínculo será como el enamoramiento inicial con el bebé y sin embargo, permanecer en éste es un trabajo difícil y continuo, es ambivalente porque es muy poderosa la fuerza que está en la base de lo positivo y lo negativo.

Se habla del vínculo emocional con el bebé desde antes de nacer. Este vínculo no es sólo de los adultos hacia el hijo, sino del hijo que tiene hambre, sed y miedo, que busca a su madre y que a veces no encuentra. En este caso se trata del niño abandonado, falto de hogar; este ser humano ávido de calor es manipulado por los adultos, se le echa la culpa de los errores cometidos por ellos mismos. Allí comienza su búsqueda de identidad en los ‘por qué’ de su existencia. Hasta hoy, no a muchos parece importarles el hecho de que hay madres que prefieren conceder a su hijo-por-nacer el regalo de su existencia aunque posteriormente no deseen responsabilizarse de su crianza. El momento de la separación, esto es, de la des-vinculación, de su abandono, causa en el hijo una herida primordial que debe ser  asimilada mediante la difícil comprensión de su existencia, a lo largo de su propia vida. El padre y la madre adoptantes tendrán que asumir la larga tarea del desarrollo de la comprensión de hechos de vida sobre los que no tuvieron el deseado control y descubren que es más fácil para ellos otorgar amor, que para el hijo(a) adoptivo aceptarlo incondicionalmente.

Al bebé que se llena de culpa, de miedos, de angustia y de muerte de ilusiones, ese bebé que busca el pecho de su madre, que busca la fortaleza de su padre pero no están allí, ingiere entonces sólo propiedades confusas, inciertas. Sin él desearlo, se le manipula y entrega a los brazos de otras personas a las que deberá llamar padre y madre. Cuando éstos responden con cariño, quizá llegará a comprender las difíciles circunstancias de su vida y de quienes le otorgaron su existencia.

Sin embargo, HOY…hoy se habla de matrimonio y de ‘adopción’ por parejas del mismo  sexo, entonces, el niño(a) no sólo se preguntará por el padre y la madre que le dieron vida pero que desistieron de él, sino que deberá prontamente descubrir la mente y el comportamiento humanos que lo manipularon para haber sido abandonado, desvinculado, llevado a una pareja del mismo sexo llamada “matrimonio” y quizá a un país lejano fuera de donde nació. Entonces, el vínculo emocional, el despertar de su conciencia, la búsqueda de su identidad quedan como una ligera pluma que lleva el torrente de aguas turbias hacia la incomprensión y la nada. ¿Quién soy yo? Será la pregunta que ha de hacerse y contestarse a lo largo de su vida con honesta certidumbre, y ¿quién podrá ayudarle a contestarla? ¿dos “madres” o dos “padres” que a su vez no encontraron sus propias identidades? ¿quién los orientará sobre el despertar de su sexualidad para vivir una vida correcta, respetuosa, honesta y responsable?

Hoy debemos contestarnos éstas y muchas preguntas más sobre la sexualidad y la procreación, sobre las familias que queremos en el futuro. Si los hombres y las mujeres inventamos la cultura para orientarnos en la naturaleza, hoy nos encontramos perdidos en la misma cultura, que es la forma más radical de estar perdido. Abandonada la naturaleza, no encontramos puntos de referencia en el nuevo continente de la cultura que nos permita configurar nuestro futuro. El laicismo, el relativismo, el individualismo, la devaluación de la familia, la manipulación de infantes expuestos al peligro de la incomprensión y la falta de identidad, erosionan los verdaderos derechos humanos, la moral y el futuro exitoso de las civilizaciones.