¡Atender a la familia se ha vuelto complicado!

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

 

Atender a la familia se ha vuelto muy complicado, sobre todo cuando ambos padres trabajan fuera de casa, ya sea por inclinación, gusto o necesidad. ¿Se trata solamente de que los niños ‘estén bien’, esto es, de que ‘no les pase nada’? o se trata de saber qué es lo que mi hijo necesita para crecer con pensamiento claro, una firme voluntad, una inteligencia abierta y acertada, para que llegue a ser un hombre o mujer ‘de una sola pieza’. ¿Cómo combinar entonces hogar, familia, trabajo en la oficina? Bueno, ante esto existen prioridades que deben aclararse: ¿por qué trabajo? ¿para qué trabajo? ¿me importan mi esposa y mis hijos? ¿cuál es mi función en esta vida? ¿tengo prestigio ante mis hijos? ¿estoy convencido de que el éxito es una meta accesible tanto para mi como para mis hijos?, etc. Cuando se sabe que los hijos necesitan tiempo, entonces empiezan los problemas a resolver, pero esto no es inalcanzable.

Desde otro punto de vista, analicemos la definición de ‘maltrato infantil’ : “Maltrato infantil es el trato erróneo o inapropiado hacia un menor de edad, de tal modo que cause heridas u ofensa seria. Esto se lleva a cabo de diferentes maneras, algunas pasan desapercibidas o sin estar consciente de las mismas. Otras son intencionales, malignas o rapaces. Todo maltrato infantil es erróneo, hace daño a la familia en cualquiera de sus formas, es trágico y opuesto a las enseñanzas del Evangelio. El maltrato infantil puede ser de diferentes formas: físico, sexual, psicológico, verbal o en forma de abandono”.
A pesar de que de un modo u otro todos los padres conocemos el contenido de esta definición, sin embargo en el primer trimestre del año 2003, la Procuraduría General de Justicia del D.F. (PGJDF) atendió a 1856 menores de edad que han sufrido maltrato físico y emocional, e incluso abuso o violación sexual, aunque sólo 60% de los casos derivó en una denuncia ante el Ministerio Público (Periódico La Jornada, 29 Abril 2003). En Abril de este año, la sub-procuradora de Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad, Bárbara Illán declaró que “aunque una de cada diez víctimas de violación familiar es un niño o niña adolescente, es difícil detectar el maltrato que sufre, porque los menores presentan un conflicto de valores, como lealtad y cariño, cuando sus familiares y en especial sus padres, se convierten en agresores, porque lo ven como una situación normal”. Más adelante continuó “sin embargo, el maltrato difícilmente puede ser probado ante juzgados, sobre todo si es de tipo emocional, ya que es muy tenue la línea que divide el regaño o corrección que aplican los padres a sus hijos, de una situación de maltrato, más si es emocional y no físico, aunque ambos -dijo- están muy vinculados y van en escalada.”
Si investigamos un poco más, F. Ostrosky de la Facultad de Psicología de la UNAM, afirma que “la depresión en los adolescentes ha ido en ascenso en los últimos tiempos, estamos viviendo una época de pérdida de valores, las familias están desintegradas, tanto la mamá como el papá trabajan, por lo que hay una mayor incidencia de depresión en adolescentes que en generaciones pasadas”. La disminución en el rango de edad para el inicio de esta enfermedad es considerada por esta investigadora como “muy grave” debido a que ésta tiene efectos negativos ya que puede provocar enfermedades o aún suicidio (Periódico Reforma, Junio, 2003).
Vayamos un poco más allá. En un artículo sobre educación publicado recientemente en internet, se lee: “En México, el suicidio infantil es un grave problema, pero el sub-registro no ha permitido mostrar su magnitud, pues la mayoría se definen como intoxicaciones o percances automovilísticos, además de que los padres, las instituciones y la sociedad no quieren ver esa realidad” así lo afirmó J. Vázquez Ramírez, especialista del Hospital de Psiquiatría de San Fernando del IMSS, e indicó que por cada 100 niños entre ocho y diez años, 15 tienen tendencia o ideas suicidas y de ellos, 5% logran su cometido (Julio 16, 2003, fuente: Notimex).
Por otra parte, la reportera B. Morris de la revista “Fortune” en una investigación que recientemente elaboró informa que “la búsqueda de la competitividad y la eficiencia económica ha hecho que el trabajo sea más exigente. Las empresas intentan hacer más en menos tiempo y con menos personas. Esto cuadra con una verdad fundamental, anota Morris: “que los niños, tanto de familias acomodadas como de hogares pobres, necesitan tiempo y atención”, los padres lo saben y a veces se encuentran divididos entre las exigencias de la familia y las del trabajo, sin saber cómo conciliarlas.
Pongamos en claro qué es lo que pensamos cuando formamos una familia, porque si no lo hicimos entonces, es tiempo ya de pensarlo hoy mismo.

El autor Zig Ziglar nos platica su experiencia (Libro “Cómo criar hijos con actitudes positivas en un mundo negativo”, Ed. Norma, pp. 10) :

“En mi propio caso, volviendo a mirar atrás, puedo asegurar a ustedes que los millares de horas que mi esposa invirtió en nuestros hijos y el mucho tiempo que yo también les dediqué, no fueron perdidos. Nuestros hijos merecían todo minuto que les dimos. Si se me preguntara qué haríamos nosotros de manera distinta si tuviéramos que empezar otra vez, yo contestaría: Yo haría más de lo que hice, pasaría más tiempo con ellos, haría más paseos y tomaría más vacaciones con la familia. Sería un poco más firme, un poco más exigente, y mucho más amante y comprensivo”.