De uniones a matrimonio, hay mucho trecho

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

 

El Consejo de Ministros en España acaba de aprobar un proyecto de ley que pretende equiparar al matrimonio a la unión de personas del mismo sexo.. Las personas, cualquiera de ellas, tienen derecho a unirse con quien les plazca, pero que se pretenda que este tipo de uniones sea legal, no sólo afectará a los niños adoptados por ellos, quienes no tendrán el derecho a crecer con un modelo paterno y materno, sino que dañará seriamente la institución matrimonial y afectará a toda la sociedad y al futuro de ese país, que de por sí ya tiene muy baja tasa de natalidad. El argumento está en que esta medida será “buena” para los homosexuales.
En Holanda, donde el matrimonio de homosexuales tiene reconocimiento legal desde 1998, esta medida no ha significado ni en un ápice que la familia tradicional se haya fortalecido, por el contrario, ha favorecido su declive; el matrimonio entre homosexuales en ese país es un paso hacia la decadencia y rompimiento legal y social de la familia. De acuerdo a algunos investigadores sociales holandeses, sus conciudadanos “han aumentado su creencia de que el matrimonio ya no es importante”, ya que han sido persuadidos de que “el matrimonio no está conectado con el parentesco y que el matrimonio y la cohabitación son estilos de vida igualmente válidos”. El matrimonio está perdiendo su lugar como el bloque fundamental para construir la infraestructura social en Holanda.
En Estados Unidos, fue aprobado por la Casa de Representantes una enmienda constitucional que define el matrimonio como “la unión entre hombre y mujer”, lo que evitará su equiparación con uniones del mismo sexo. Bajo las administraciones de Bush y Clinton, los Estados Unidos han tomado un camino diferente a los europeos debido a que opinan que el matrimonio de un hombre y una mujer y la familia debe ser conservada, fortalecida y no erosionada para el beneficio de los niños. La estrategia europea en cambio, presenta un rígido contraste al garantizar el aumento de licencia política para la reducción de los lazos familiares, facilitando mucho más el individualismo entre los adultos. Sin embargo, los datos sociológicos indican que la familia es mejor para los niños y para el fortalecimiento de las naciones.
Una de las problemáticas consecuencias de estos cambios en Holanda es el incremento de la desconexión entre el matrimonio y la paternidad/maternidad en la conciencia de los holandeses, de acuerdo a los observadores. Hoy, varias formas alternativas de cohabitación y de crianza de niños son aceptadas en la tolerante Holanda y el matrimonio se ha devaluado a tal punto que ha venido a considerarse como una “institución en peligro”, esto por supuesto, no ha mejorado la calidad de vida familiar.
Uno de los indicadores de la salud familiar para cualquier país, es la proporción de los niños que llegan a la vida adulta en una familia “intacta”, y en esta medida Holanda está sumamente deteriorada. Una familia “intacta” no solamente significa la felicidad individual y el bienestar de los niños, sino también importa para la salud social y económica de la siguiente generación en cualquier país. Cuando los padres se rechazan mutuamente y deviene el divorcio o separación, se desmantela la infraestructura social. En Holanda, debido a esta debilidad social han aumentado los nacimientos fuera del matrimonio, los abortos inducidos y el número de parejas de todos los niveles educativos que escogen permanecer sin hijos (*). La campaña para matrimonios del mismo sexo ha deteriorado el significado del matrimonio, equiparando otros tipos de relación con el matrimonio. Al principio, en Holanda fue la creación de las “sociedades registradas” en 1998 (similar a las “sociedades de convivencia” propuestas en México), a lo que siguió la legalización de las uniones del mismo sexo en “matrimonio”. A partir de esto hubo un enorme incremento en disoluciones matrimoniales entre parejas heterosexuales: cerca de cuatro mil matrimonios legalmente casados terminaron su relación en divorcio en el año 2002. Esta tendencia se ha extendido por Europa en años recientes, en Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Francia, Luxemburgo, Hungría y ahora en España. 
En Estados Unidos, bajo las administraciones de Clinton y Bush se ha incrementado el dinero invertido para promover programas que promuevan la “abstinencia sexual” antes del matrimonio, para reducir el número de abortos entre adolescentes, para estabilizar el matrimonio en un consenso de que los padres son las personas idóneas para criar a sus hijos y un compromiso para incluir servicios basados en la fe dentro de la estrategia social de bienestar en el país. E.U. se encuentra en un robusto y lícito debate acerca de la erosión de la familia por un consenso extendido de que la ausencia de matrimonio equivale a un reto para los niños y por tanto, un reto para el futuro de la nación estadounidense.
Aquí en nuestro país aún no conocemos nada importante que equivalga a alguna medida para fortalecer el matrimonio y la familia; tal parece que solamente se promueve la “perspectiva de género” y otras cuestiones tales como una reciente noticia que señala que la S.E.P. dispone de 10 millones de pesos para apoyos del “Programa de becas para madres jóvenes y jóvenes embarazadas” , publicado en el Diario Oficial de la Federación, este apoyo permitirá que aquéllas que abandonaron sus estudios de primaria o secundaria puedan reincorporarse en alguna de las modalidades que ofrece el sistema educativo nacional. ¿Por qué no apoya el gobierno también a matrimonios jóvenes con deseos de formar buenas familias? ¿qué nos espera en el futuro en comparación con otros países respecto a la erosión matrimonial y uniones de hecho? – Preguntas difíciles de contestar. Reflexionemos seriamente en el contenido de las mismas.

(*) Prof. M. van Mourick, A. Nuytinck, R. Kuiper, en: Reformatorisch Dagblad, Jul. 2004.