El disenso del "consenso"

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

Es de particular interés el documento llamado “Consenso de México” emanado de la IX Conferencia Regional de América Latina y el Caribe, que recientemente se celebró en México, D. F.  del 10 al 12 de Junio, 2004.

Esta Conferencia Regional es un órgano subsidiario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) convocado regularmente “para identificar las necesidades regionales de las mujeres, presentar recomendaciones, realizar evaluaciones periódicas de las actividades llevadas a cabo en cumplimiento de los acuerdos y planes regionales e internacionales sobre el tema y proporcionar un foro para el debate sobre estas materias” (Folleto informativo IX Conferencia).  La IX Conferencia tuvo como objetivo examinar la aplicación de los compromisos internacionales adquiridos en la IV Conferencia Regional ratificado en el año 2000 en el Consenso de Lima. Asimismo la Conferencia servirá para acordar la contribución regional a la 49ª Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer que debe celebrarse en marzo, 2005.

Como representante de la Delegación Oficial ante la Conferencia fui informada del hecho de que, para que de ésta emanara un verdadero “consenso”, esto es, un acuerdo de voluntades entre todas y todos quienes participaron en ésta,  el acuerdo debe ser explícito, unívoco, no estar viciado por error, reserva o discrepancia y debe haber además conformidad entre la mayoría de los miembros respecto a sus valores, fines y organización.

El contenido entonces, sería elaborado por quienes participan en la Conferencia , que son los Estados miembros de la CEPAL , los miembros asociados y los observadores con carácter consultivo, organismos de las Naciones Unidas, organismos intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales  y otros organismos que pueden hacer un valioso aporte a la Conferencia.

En México D.F., se efectuó previo a la Conferencia , un “Foro Alternativo de Mujeres de organizaciones civiles y sociales” cuya organización autorizada para llevarlo a cabo fue Milenio Feminista en coordinación con el Equipo operativo hacia Beijing + 10 de redes y campañas regionales, financiado con recursos públicos.

He de señalar que en este Foro previo fueron tajantemente excluidas muchísimas organizaciones de la sociedad civil que trabajan a favor de las mujeres y sus familias, por el simple hecho de que disienten de los criterios bajo los cuales se rigen las organizadoras quienes, por simple, trivial y demócrata orden de coordinación deberían haber abarcado a la pluralidad de organizaciones no gubernamentales que forman parte de nuestra sociedad. Si por tanto, de la directriz unilateral parte la designación de un foro que presenta opinión sesgada de nuestra realidad, el resultado queda en interrogante y no en demandas conclusivas formales.

Los ejes temáticos de esta Conferencia se centraron en dos títulos, a saber: “Pobreza, economía y equidad de género” y “Empoderamiento, desarrollo institucional y equidad de género” (CEPAL, 2003), aunque se prepararon también informes sobre otras áreas. Entre estos últimos destaca el de Derechos de salud reproductiva: VIH/SIDA e igualdad de género” (ECLAC, 19 Abril 2004). En éste, la definición de ‘salud reproductiva’ está enraizada “en la premisa de que todas las mujeres tienen derecho a la salud reproductiva, que se extiende al derecho a regular su fertilidad, el derecho a entender y disfrutar su sexualidad y al derecho de protegerse contra la enfermedad y la muerte asociadas con la reproducción y la sexualidad”. Aún antes, en el párrafo 96 de la Plataforma de Beijing, expresamente se asocia la salud reproductiva con los derechos humanos de las mujeres. En este tema ya desde la IV Conferencia de Beijing, la Santa Sede comentaba que se puede hacer algo mucho mejor que ocuparnos del cuidado y la salud de las niñas y las mujeres concediendo una desproporcionada atención a la salud sexual y reproductiva, además el ambiguo lenguaje empleado para referirse a un incalificado control sobre fecundidad y sexualidad, podría interpretarse como una aprobación social del aborto y la homosexualidad.

Esto último es confrontado en uno de los párrafos de la Declaración de las Organizaciones de Mujeres Feministas a la Reunión Preparatoria Subregional de Sudamérica hacia la IX Conferencia que manifiesta: “el aborto seguro y clandestino es parte de la pobreza cotidiana de las mujeres en nuestra región. La influencia de los fundamentalismos religiosos y políticos continúa atentando contra la democracia, contra la laicidad, contra los derechos de las mujeres”.

Si la democracia por definición debe incluir a todos y cada uno de los miembros de un país siendo una libre comunidad de hombres y mujeres libres, ¿por qué el “Consenso de México” es tomado bajo el control de una organización con tendencias pro-abortistas que introducen al edificio de Relaciones Exteriores en la sesión final del sábado 12 de Junio a jóvenes incautas y desorientadas portando camisetas color naranja con la leyenda en el frente: “derechos sexuales y reproductivos” quienes repartían botones a las representantes latinoamericanas con la inscripción “derecho al orgasmo”, intentando sellar las voces de muchas organizaciones mexicanas y de la mayoría de los países latinoamericanos que reconocen el derecho a la vida desde el momento de la concepción?

Quedando entonces claro que no todos los grupos sociales promueven prácticas anti-familia como el aborto y la homosexualidad y agradeciendo a la representante observadora de los Estados Unidos de Norteamérica su decidida intervención final haciendo una fuerte reserva referente al párrafo xi del numeral 6 del “Consenso de México” que introduce la expresión “derechos sexuales y reproductivos”(a diferencia de “salud sexual y reproductiva”). La Señora Ellen Sauerbrey declaró: “Estoy preocupada acerca de la implicación de la expresión derechos sexuales ya que, según tengo entendido, es un concepto nuevo e indefinido que no he visto aún en ningún documento internacional importante”. Algunos observadores opinan que las feministas radicales esperan que la expresión “derechos sexuales” pueda eventualmente incluir el aborto-en-demanda, la prostitución legalizada, el matrimonio de homosexuales y una completa autonomía sexual para niños y niñas. También deseo anotar  que en México no nos encontramos alejados de estos conceptos ya que en el Programa de Acción Salud Reproductiva 2001-2006  coordinado por la Secretaría de Salud se enmarcan las acciones en materia de salud reproductiva en tres directrices:

1)       El derecho a la información

2)       El respeto a los derechos sexuales y reproductivos

3)       El derecho a los servicios de calidad.

 

Por último deducimos que el “Consenso de México”, NO nació del acuerdo de voluntades de las partes y por tanto no es consensual.