El riesgo de ser niño

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

Tal parece que ser niño es estar en constante riesgo, ya que ser niño significa candidez, inocencia, inexperiencia, novato, pureza, simplicidad, candor, sencillez, credulidad, virginidad, franqueza, confianza, naturalidad. Las personas adultas más indicadas para la protección del infante son sus padres, de allí la enorme importancia de la familia.  Sin embargo, cuando en la familia se presentan características tales como: falta de apoyo social, desacuerdos maritales, comportamiento impulsivo, ignorancia o analfabetismo y situaciones estresantes de vivienda o falta de trabajo, además de historias personales de abuso y rechazo o embarazos a temprana edad, la inocencia y pureza del menor se ve amenazada por todas esas circunstancias que provocan el trato aberrante de los adultos con quienes convive, de allí el dicho: “Unos nacen con estrella y otros estrellados”.

Lo anterior viene al caso ya que recientemente un periódico (1) publicó acerca de las experiencias de varias ‘estrellas’ del espectáculo quienes sufrieron algún tipo de abuso en la niñez, por ejemplo: Michael Jackson, cantante, ha declarado a los medios periodísticos acerca de los golpes continuos que recibió él y sus hermanos por parte de su padre, quien los golpeaba con cinturón o una vara, ya que ensayaban continuamente dirigidos por su padre para triunfar en el espectáculo. Es bien conocido que hoy este cantante enfrenta una demanda por abuso sexual a un menor de 12 años (desviación sexual: pedofilia) sin ocultar su afinidad a dormir con menores de edad.  Otros personajes que aparentan éxito y felicidad, en su vida infantil sufrieron también maltrato, como el actor Tom Cruise quien sufrió el divorcio de sus padres a los 12 años de edad; consecuentemente disminuyó el ingreso económico de su madre y esto lo obligó a trabajar como vendedor de periódicos y limpiador de escaparates; en su vida adulta no es un hombre feliz a pesar de su fama y en su vida amorosa ha fracasado. El cantante Sting descubrió a su madre haciendo el amor con un trabajador de su padre, lo que describe como un traumatismo que lo impulsó a escribir un libro autobiográfico “para explicarse a sí mismo lo sucedido” en su niñez.  El cantante Ozzy Osbourne sufrió abuso sexual en su niñez al igual que el músico Carlos Santana. La actriz de la película “E.T:”, Drew Barrymore cuyo padre era alcohólico, sufrió el divorcio de sus padres; ella a su vez, a los diez años de edad comenzó su carrera artística al mismo tiempo que su carrera en el alcoholismo y drogadicción. La actriz Demi Moore llevó una infancia infeliz y a los 16 años de edad se fugó de su casa: “no tuve el lujo de vivir mi infancia, tengo referencia de que era dolorosa y llena de temor”; hoy, a la edad de 45 años, declara vivir con un joven actor de 25 años de edad.  Cristina Aguilera, cantante, acusó a su padre de provocar continuamente un ambiente de violencia doméstica.  La salvaje disputa en su etapa de divorcio por parte de los padres del actor infantil  McCaulay Culkin, por su custodia, ya que equivalía para ellos una enorme suma de dinero por la popularidad  de su hijo, lo convirtió en víctima de serios problemas familiares; él declara haber sido explotado por sus progenitores y haber tenido una infancia infeliz. La cantante mexicana Alejandra Guzmán, hoy conocida tanto por sus canciones como por su vida escandalosa, declara el abandono de sus padres siendo niña.

Es ya cotidiano leer en las noticias periodísticas el aumento del consumo de droga y de otras adicciones, también “la principal causa de defunción de jóvenes entre 15 y 25 años son los accidentes relacionados con el alcohol”. Los Centros de Integración Juvenil afirman que el flagelo del alcoholismo y la drogadicción ha alcanzado también las aulas toda vez que 20% de la población estudiantil a nivel nacional enfrenta problemas con el consumo de bebidas embriagantes y agregan que 3% de quienes reciben educación a nivel medio y superior tienen ya problemas severos de alcoholismo.

Si intentamos hablar realistamente de lo que sucede, este espacio no nos bastaría para desarrollar lo que se ha dado en llamar el “signo de los tiempos”. En nuestra época el cristianismo parece ser sustituido por la denominada “pos-modernidad” caracterizada por un relativismo escéptico en todos los niveles destruyendo todo lo que se creía sobre el hombre y su destino, haciendo sospechoso o risible lo que se sabía emocionalmente sobre él, como la fe, la tradición o la ciencia misma. Junto con esto se ha suscitado el reemplazo de la ética cristiana en todas sus formas por el llamado “hedonismo esteticista integral”.

¿Es al “signo de los tiempos” al que debemos culpar?  o es que se ha olvidado el preeminente y significativo papel de los padres en el desarrollo de los hijos, tanto por sus genes hereditarios como por el medio ambiente y crianza que les proveen. Olvidamos que la atención a los hijos comienza nueve meses antes de su nacimiento y así, cualquier medida que mejore el cuidado prenatal y reduzca la incidencia de un nacimiento prematuro u otras dificultades reduce la posibilidad de varios tipos de problemas tales como bajo nivel de inteligencia al nacer. Desde todos los puntos de vista: prevención, educación, formación, la familia es valiosa y significativa, ya que la mayor parte de los conocimientos primeros de los niños y su desarrollo tienen como referencia al núcleo familiar, como lo notamos en las vivencias anteriores. La relación entre las prácticas parentales y la agresividad de los niños demuestra el efecto de la actitud de los padres, ya que muchos de estos niños provienen de hogares en donde se sienten rechazados e inseguros, son bombardeados con órdenes autoritarias sin sentido, amenazas y vituperios, enseñándoles que la fuerza es la única manera de lograr lo que desean. El psicólogo investigador Perry (et. al, 1990) señala que algunas de las prácticas parentales equívocas que provocan la agresividad infantil son:

a) Descuido en las actividades del niño; b) agresión y violencia hacia el niño; c) permisividad (carencia de límites); d) inconsistencia; e) rechazo.

       Nos preguntamos: ¿qué pasa con las familias? Debemos reconocer que existe algo radicalmente incorrecto con respecto a la familia y las relaciones humanas; simplemente la gente y las familias están comportándose de una manera muy extraña. En la actualidad, en las sociedades que son cristianas sólo de nombre, estamos siendo testigos de un fenómeno en donde las familias no se comportan como familias. Los códigos de comportamiento moral que han hecho de la familia la unidad central de la sociedad y que han sostenido a la civilización por siglos han sido desechadas por anticuadas. Cuando buscamos la raíz de estos problemas sociales, tenemos que analizar principalmente la situación de la familia y por supuesto también el sistema de educación, el cual también ayuda a formar el comportamiento de los estudiantes. El abandono de las normas morales a temprana edad es evidente en el sistema de educación pública. Como resultado, tenemos abuso de droga, de alcohol, embarazos de jovencitas, suicidios, violaciones, robos y asaltos, entre otros. Como ejemplo tenemos la reciente noticia: “Abandonan la escuela diez mil adolescentes por embarazo” (2).

         No culpemos al mundo ni a los signos de los tiempos . No cerremos los ojos ante los ejemplos, noticias y vivencias, más bien enfrentemos como padres la verdad y preguntémonos como lo hizo el escritor Ziz Ziglar: “¿Cómo criar hijos con actitudes positivas en un mundo negativo?”  Profundicemos pues en palabras como: dedicación, empeño, responsabilidad, comunicación, alegría, templanza, paciencia, perdón, disciplina, paz, ejemplo, prestigio, bien y amor, que junto con muchísimas horas de dedicación y de perseverancia, dará como resultado hijos nobles.

         No olvidemos que:

                     -------- El amor alcanza lo que nada más puede alcanzar ------------

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1). Ruiz, P. y Rosas, H. Viven infancia sin ‘estrella’. En: periódico Reforma, 11 de Enero, 2004, p.2E.

2)  De El Semanario, Guadalajara: Abandonan la escuela 10 mil adolescentes por embarazo. En: periódico Nuevo Criterio, 10 a 16 Enero 2004, p. 2.