Lo que cuesta la “cuesta de enero”

Autor: Pilar Bacha de Camargo

 

 

Administrarse a uno mismo es ser el vigilante de nuestro tiempo, dinero y esfuerzo. Es invertir adecuadamente nuestro tiempo, capacidades y recursos para lograr realizar lo máximo que Dios desea que hagamos. 

“A Dios rogando y con el mazo, dando”. Este refrán puede aplicarse en la difícil “cuesta de enero”; hacer todo lo que esté a nuestro alcance para manejar adecuadamente nuestros recursos y orar a Dios, pidiéndole protección y sabiduría para hacer lo correcto. Todos los gastos de diciembre (algunos inevitables, pero muchos otros inventados como necesidades creadas), aunados a los gastos de principio de año, hacen que las familias se vean en apuros económicos. ¿Cómo puede evitarse esta angustiante situación? Aplicando tres remedios muy eficaces:

1. Previendo 2. Organizándose 3. Orando

1. Previendo. Esto significa no dejarse llevar ni dejarse manipular por los anuncios en cuanto a las “maravillosas ofertas” que siguen ofreciendo. No dejarse llevar por ilusiones o fantasías, pensando que con el aguinaldo ya nos alcanza para todo lo que deseamos desde hace tanto tiempo, disfrutando el presente y no viendo el futuro cercano. Existen algunas personas que piensan: “Gasto y disfruto ahora, y después veré cómo hago para pagar”. Para ser previsores debemos practicar la virtud de la prudencia, la sensatez, la fortaleza y la responsabilidad.
2. Organizándose. Tener un presupuesto, que no es otra cosa que ajustar los gastos a los ingresos reales. Dar prioridad a las necesidades básicas, incluyendo de ser posible un poco de ahorro, y después atender los gastos extras. Para ser organizados, se debe practicar la virtud del orden, y también de la prudencia y la responsabilidad.
3. Orando. Pidiendo al Espíritu Santo que nos dé el don de la sabiduría y de la inteligencia para manejar responsablemente los recursos con los que contamos, buscando el mayor bien para la familia. Podemos orar diciendo la plegaria tan conocida: “Divina Providencia, que nunca nos falte casa, vestido y sustento, ni los Santos Sacramentos”.

La actitud de un padre y una madre de familia en esta etapa de principio de año, exige una actitud íntegra, tomando en cuenta todos los aspectos de la vida familiar, empezando por cubrir necesidades básicas, buscando aprovechar al máximo los recursos disponibles y luego ver para qué otras cosas alcanza. Las familias que no se endeudan irracionalmente manifiestan un ambiente más tranquilo, cordial y alegre, y por lo tanto, pudieron disfrutar todos los festejos y encarar con madurez y sin angustia, los compromisos económicos que se les presentan. 

Los que administraron bien su dinero, ¡¡felicidades!!, son un buen ejemplo para sus hijos. Los que ya se endeudaron indebidamente, entonces deben asumir su responsabilidad, “apretarse el cinturón”, reconocer los gastos que no deberían haber hecho y tomar en cuenta los tres puntos propuestos, para que la cuesta de enero, cueste menos. Que nuestro propósito de principio de año, sea llenarnos de Dios para ser responsables con nuestros talentos, recursos y posibilidades.