Ya es hora de pasar a la acción

Autor: Padre Prudencio López Arróniz C.Ss.R.

Correo: ARRONIZ-PRUDEN@terra.es

 

 

Comienza el presente libro titulado “ES LA HORA DE LA EXPERIENCIA DE DIOS” hablando de “LA CRISIS DE DIOS” Y DE “LA CRISIS DE LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS”.

“ No podemos esperar más, cultivando un cristianismo que se reduce a prácticas puntuales, a la “epidermis de la fe” (Legaut). No podemos seguir viviendo sin profundizar en experiencias que nacen de una relación viva, dialogal, con el Misterio inefable de Dios.

“ Lo prioritario en estos momentos no es transmitir doctrina, predicar moral o sostener una práctica religiosa, sino hacer posible la experiencia originaria de los primeros discípulos que acogieron al Hijo de Dios vivo, encarnado en Jesucristo para nuestra salvación.

Si no se produce la renovación continua de esta experiencia, la predicación continuará repitiendo la doctrina; la acción pastoral seguirá organizando el rito religioso...pero así desaparece y se diluye la experiencia mística original de donde nace la fe en Dios ( y Padre de N. Señor Jesucristo)( Pagola).

“No hay nada tan decisivo como ver con los propios ojos lo que es un cristiano vivo y encarnado” ( Daniel-Rops)

A quien escribe o habla desde el corazón, la gente le entiende y responde.

Un testimonio de fe sin experiencia transformante es como un regalo de nieve.

Pero la fe no se puede vivir aisladamente.

Cuando se celebra y comparte en Grupo, en Comunidad, en Parroquia, Cristo camina con nosotros y se deja experimentar en una comunión de fe viva: en la Palabra ardientemente proclamada y vivamente escuchada: en la Eucarstía en que primero el silencio y luego la aclamación de fe de todos los creyentes, nos hace sentir su Presencia viva, actualizada y presente: en la atención a los más humildes y marginados (Mat 25, 31-45); en la mística de los cristianos cuando celebran en Comunidad la alegría de la fe, o en los casos de experiencia de Dios, personal extraordinaria.. Todos esos momentos privilegiados son como una señal de Vida, de Gracia que atestigua y contagia la Presencia de Jesús Resucitado entre nosotros.

“ La Comunidad cristiana es el espacio privilegiado de la manifestación de la Resurrección de Jesús y ella misma es fuente y manantial, testigo y testimonio de vida nueva para el mundo” (Francisco Martínez).

Modestamente creo que La Iglesia de hoy necesita, con urgencia, pasar:

• De una fe socializada a la experiencia de una fe personalizada.

• De un devocionalismo que se deslíe estéril en mil prácticas piadosas, a una fe centrada, cultivada, adulta en un cristocentrismo vivo y operante.

• De una fe individualista a una fe vivida más en Comunidad.

• De parroquias fuertemente sacramentalizadas a parroquias más evangelizadoras.

• De parroquias piramidales y absolutistas, a parroquias basadas en el diálogo y compromiso real de todos los creyentes.

• De parroquias severamente clericalizadas, a nuevas parroquias en que intervienen, se comprometen y responsabilizan a fondo, laicos creyentes.

• De parroquias desbordadas de planes, proyectos y acciones pastorales, a parroquias en que se ora más, más orantes. 

Y sin embargo, frente a la nostalgia de una Iglesia socialmente influyente, en que se escuchaban y hacían eco sus criterios morales, “Es posible que ante nosotros se esté abriendo una época diversa de la Historia de la Iglesia: una época nueva en la que el Cristianismo se situará en la situación del grano de mostaza, en grupos de pequeñas dimensiones, aparentemente sin influencia, que sin embargo, luchan inmensamente contra el mal y llevan el bien al mundo, que dejan espacio a Dios.

Veo que ha comenzado un gran movimiento de este tipo. Seguramente no haya conversiones en masa al Cristianismo, vueltas paradigmáticas o inversión de las tendencias, pero hay nuevos modos fuertes de vivir la fe, que reaniman a las personas y les dan vitalidad y alegría: una presencia de fe, en suma, que significa algo para el mundo” escribía el entonces Cardenal Ratzinger.

Es posible que esté naciendo un nuevo modo de ser cristiano; quizás: pero de lo que por mi parte no dudo en absoluto, es de que el mundo de hoy hedonista, materializado, lleno de vacíos, al quedarse sin Dios intenta compensar con dioses. El hombre no puede vivir sin Dios, y donde no hay Dios, inventa dioses que le proporcionen satisfacción y felicidad. El hombre tiene necesidad de Cristo porque tiene deseo de infinito. Precisamente por eso, al sentirse insatisfecho está buscando TESTIGOS VIVIENTES DEL MISTERIO. Pero estos, ¿dónde están?

Hace apenas unos años, recibimos la visita de un testigo de excepción: Juan Pablo II. Conectar a los 83 años con más de 7.00.000 mil jóvenes de 20, a quienes no halagaba con palabras tan permisivas como vacías, sólo es posible a un TESTIGO CRUCIFICADO ¿Pero es que existe algún amor que no sea crucificado?

Juan Pablo II derribó todos los tópicos sobre la juventud. Los rostros que tenía delante eran rostros serenos, transparentes, alegres, comprometidos, que conectaban plenamente con EL . No fueron convidados de piedra. Dialogaban con el Papa como sólo sabe hacerlo la juventud, con lozanía, reflejos y espontaneidad.

“-La Iglesia os necesita. Jesucristo os quiere a su lado.

Y la juventud, siempre generosa cuando se siente motivada, respondía:

“-Nosotros somos la juventud del Papa”.

Aquello era una bocanada de aire fresco.

Hay entre nosotros, en la juventud, en el mundo más fe de lo que externamente aparece. Hay rescoldo y basta que alguien sepa soplar y sople, para que aparezca el fuego concentrado bajo la ceniza.

Juan Pablo II nos desbordó. Estaba encontrando un cristianismo de levadura. Y El era un TESTIGO CRUCIFICADO DE JESÚS.

Una joven estudiante universitaria, al ver a un TESTIGO DE LA FE, INMOVILIZADO PERO MOVILIZADOR, reflexionaba:

“-Si el Papa es así ¿cómo será Jesús?

¡LA IGLESIA ESTÁ VIVA¡ proclamaba valiente en la Plaza de S. Pedro, el nuevo Papa Benedicto XVI.

¡ES LA HORA DE LA EXPERIENCIA DE DIOS¡

¡NECESITAMOS TESTIGOS CRISTIANOS DEL “CANTO DEL GALLO”¡