Escogidos, dotados y enviados

Autor: Teresa Rosero     

 

 

              La primera lectura del día de la Pascua de Resurrección, de Hechos 10: 34, 37-43, me ha llevado a reflexionar en el viaje que hice por el estado de Illinois a principios de marzo, donde encontré muchos hermanos mejicanos y varios sacerdotes colombianos traídos de Colombia para trabajar con ellos en diferentes parroquias.

            Leemos en Hechos 10: 34: “Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: verdaderamente reconozco que Dios no hace diferencia entre unos y otros.” Y continúa en el versículo 39: “Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en la misma Jerusalén.” 

            Todos sabemos que hoy día tenemos escasez de sacerdotes.  El Señor, en su misericordia cuida de su pueblo sin hacer diferencia en las personas.  En el caso nuestro, no importa de qué país vengamos.  La identidad cultural y la  lengua que hablamos nos une a todos, seamos colombianos, mejicanos, ecuatorianos, venezolanos, dominicanos, centroamericanos, o de  otro país de habla española. Todos somos testigos de las maravillas que Dios está haciendo con el pueblo hispano en Los Estados Unidos.

En Illinois, visité seis comunidades.  Las seis tienen sacerdotes jóvenes colombianos recién llegados de Colombia.  Cuando estuve en Canadá tuve la misma experiencia.  Soy testigo del gran entusiasmo que tienen trabajando en sus parroquias.  Con gran respeto y devoción se han integrado a las comunidades a las que sirven, y están abiertos a los movimientos eclesiales en los que la gente está involucrada.  Uno de ellos me comentó que en Colombia a todos los seminaristas los hacen pasar por la experiencia de cada movimiento.  Yo visité las comunidades carismáticas, y fue mi impresión que aunque a algunos las comunidades no los  identifican como “carismáticos”, ellos apoyan y ayudan a las comunidades a seguir su llamado.  Inclusive, hacen lo posible por ayudarlos a organizarse, y darles formación. 

También me di cuenta de las luchas que tienen y la soledad que sufren.   Por una parte, igual que la gente a la que ministran, están luchando aprendiendo el idioma.  Uno de ellos me dijo que se comunica con su párroco por señas y a través de las palabras que poco a poco va aprendiendo.  Por otra parte, igual que el pueblo al que sirven, sufren también la soledad del inmigrante. La esperanza de volver y la nostalgia del país de origen también vive en ellos. 

Tampoco saben si sus Obispos de sus Diócesis de Colombia en conjunción con sus Diócesis de Illinois acordarán que ellos un día se queden definitivamente.  Hoy por hoy saben que tienen un pueblo hispano, en este caso, mayormente mejicano, con muchas necesidades, y que ellos han sido escogidos, dotados y enviados a servir en misión a nuestro querido pueblo latino de Los Estados Unidos.

 Es triste que cuando las noticias hablan de Colombia se refieren al narcotráfico y a guerrillas.  Es hora de que el mundo sepa que en este país la gracia del Señor es abundante.  Las Iglesias están llenas de hombres y mujeres de fe y esperanza.  En un país donde la violencia es abundante el Señor está derramando torrentes de Gracia aún más abundantes.

Gracias Colombia, gracias sacerdotes colombianos, gracias hermanos de nuestra Diócesis de Brooklyn que ayudan a pagar los gastos de seminaristas en Colombia. 

Y para ser justos, demos gracias al Señor por todos los sacerdotes que han venido de otros países a hacer misión en Los Estados Unidos.   Y por supuesto, demos también mil gracias a Dios por  nuestros queridos sacerdotes nacidos en este gran país, que han aprendido nuestro idioma para servir a este pueblo hispano.

Igual que a Pedro, la Resurrección de Jesús nos trae esperanza y ánimo a todos. Tomando palabras similares a las de este apóstol, podemos decir: “Somos testigos de todo lo que el Señor está haciendo con este pueblo hispano.  Gracias Señor por tus escogidos, dotados y enviados. Gracias por nuestros sacerdotes. Envía más obreros a tu mies.  Úngelos y úngenos a todos con tu Espíritu Santo para ser tus testigos en todas partes. AMÉN”