Paz, coherencia y justicia

Autor: Edwin Pereira, L.C.

 

 

Paz, se escucha mucho esta palabra, es pronunciada desde las iglesias, lo pronuncian los políticos y la gente del campo, pero la pregunta es: ¿Entendemos lo que es la paz?

Hemos visto que hay otra virtud junto a la paz, en muchos eslóganes la encontramos. Es la virtud de la justicia, pues incluso en la misma Biblia aparecen de la mano: “justicia y paz se abrazan” (Salmo 85,11). ¿Por qué van de la mano? Vemos a lo largo de la Sagrada Escritura cómo el hombre justo va luchando por alcanzar la paz y vemos que siempre Dios le responde cómo puede alcanzarla. Dios dice que tiene que existir la coherencia de vida para que se pueda vivir en paz y por lo tanto que exista su equivalente: justicia. Pero volvemos a la misma pregunta ¿por qué?

Las respuestas a estos interrogantes las podemos ir contestando con lo que vamos viviendo en la actualidad en la sociedad, considerando que al igual que el significado del amor, hemos desvirtuado también el significado de la palabra paz. Hoy en día los medios de comunicación ponen el concepto de paz como la persona o sociedad que “no se mete con nadie”; “quien vive su vida y deja vivir”. Puede haber algo de verdad en esto, pero son sumamente peligrosas estas frases, si las aplicamos mal en este mundo totalmente relativizado.

Si lo vemos bajo la concepción de este mundo es sumamente peligroso pues podemos caer en el error de decir que: “si no nos metemos con Dios, estaremos en paz con Él” y hoy no es extraño escuchar: “no voy a la Iglesia pero estoy en paz con Dios y eso me basta porque me siento tranquilo”. Hoy en día, hay que tener mucho cuidado pues el mundo relativiza todo, con tal de que las personas no se acuerden de Dios.

Dios mismo en la Sagrada Escritura nos dice que para que haya paz tiene que haber coherencia de vida y para ser coherentes tiene que existir la justicia en nuestra vida. Aquí respondemos el porqué la justicia va de la mano con la paz, pues si vivimos como realmente tenemos que vivir, hacemos lo que tenemos que hacer y si somos justos con nuestro prójimo, habrá paz.

Hay que trabajar por alcanzar la paz, pero para eso hay que luchar contra corriente. Si nos dejamos llevar por la corriente no significa que haya paz, sino que nos dirigimos hacia una enorme caída. Los que han alcanzado la paz a través de la historia han sido las personas que han luchado contra corriente, los que buscan ser “sal de la tierra” y brillar con todo su potencial en este mundo nublado de tinieblas.

“Dichoso el hombre que trabaja por la paz”. El hombre que posee este tesoro de la paz busca transmitirlo a los demás. Ese fue el caso de Juan Pablo II, un hombre que vivía la paz y buscaba transmitirla a los demás. Era el principal precursor de la paz y trabajaba por llevar justicia a todas las naciones y por eso fue un exitoso emisario de estas virtudes.

“Sean artesanos de la Paz”. Debemos trabajarla con mucho amor y cariño y no en serie pues no podemos generar la paz en serie, tiene que ser construida con nuestras manos, manos que Dios ha querido que sean para llevar paz y no la guerra, que lleven la rama del olivo y no la de un cuchillo. Trabajemos en la paz desde nuestro entorno, transmitamos la paz con nuestra sonrisa, pidámosle la gracia a Dios que: “donde haya odio lleve yo amor”. Veremos cómo todo cambia si empezamos a llevar paz y si somos justos con los demás, en especial con Dios. Esto no es nada extraordinario sino ser lo que se tiene que ser y “darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.



¡Vence el mal con el bien!