Vivir contra corriente

Autor: Yrlánder Hernández, L.C.

 

«La sociedad está perdida» gimen muchos predicadores, maestros y padres de familia. Pero la sociedad, el mundo, no se va a mejorar con el simple hecho de repetir y repetir ese eslogan. Una visión negativa lo permea todo; quizá por la edad que proporciona experiencia, por el recuerdo de los propios errores o, lo más seguro, porque desean un mundo mejor.

Desde la adolescencia, los jóvenes escuchamos que el mundo está perdido; pero nadie se ha tomado la molestia de explicarnos por qué, de decirnos cómo hacer para arreglar el mundo. La juventud es una fuerza de choque, de ataque y de defensa, es una etapa de la vida donde el vigor y los altos ideales logran que se obtengan metas inalcanzables en la teoría.

Pero ese constante gotear: ¡Perdida! ¡perdida! ¡perdida!... va erosionando la mente del joven, le va quitando la audacia, lo va acostumbrando, le va creando miedos. Y luego, sucede algo lo peor: los jóvenes, los que tienen la fuerza y el empuje suficiente para nadar contra corriente, se convencen de que la sociedad no tiene solución, que está inexorablemente perdida.

Es triste cuando un veinteañero se queja de que el mundo no sirve para nada, que está podrido, que nadie es bueno, que todos son corruptos... que no vale la pena vivir. Así, entre sollozos, la esperanza queda asfixiada por las omnipresentes garras del pesimismo.

Hace décadas muchos movimientos que gritaban y defendían la libertad, acabaron instaurando un libertinaje tremendo. Ellos decidieron ir contra corriente, quitar todos los tabúes sociales: desobediencia, alcohol, sexo, drogas... Más lo que consiguieron fue atarnos con esas “libertades” que defendían.

Ahora nosotros necesitamos levantarnos contra esas libertades-ataduras que nos oprimen. Ir contra corriente no es una emoción pasajera, ese deseo adolescente de llevar la contraria a todo. No. Ir contra corriente es una actitud. Un estilo de vida que pretende cambiar para el bien, no para el propio capricho. Es hora de ir contra corriente, mejor dicho, de vivir contra corriente.

Vivir contra corriente es eliminar esa concepción de que la sociedad está perdida... Sí, hay partes disipadas, pero si cambiamos, la sociedad comienza a recuperarse, porque somos parte de este mundo, porque influimos en los que nos rodean, además a todos nos gusta ir contra corriente, sólo hay que saber orientar ese entusiasmo opositor hacia el bien.


¡Vence el mal con el bien!