Ante la mirada de Dios en año nuevo

Autor: Wayra Grace

 

 

Seguramente que todos haremos un balance de este año, tristezas que llegaron, alegrías pasajeras, dicha que perdura en el corazón que Dios ha ido formando, seres queridos y amigos entrañables que ya están gozando del abrazo eterno de Dios, criaturas que llegaron del cielo para alegrar nuestras vidas… y tantas cosas más.  

Al comenzar el nuevo año, tengamos el consuelo de saber que el Señor nos estará mirando con el Amor que todos los seres humanos necesitamos. 

Quizá sea porque hemos actuado bien y Su reconocimiento será la mejor recompensa.  Tal vez porque tenga que corregirnos y enderezar la ramita de nuestro camino para que demos más y mejor fruto; podría también ser que estemos a punto de tomar un camino errado y únicamente Su cariño es capaz de detener nuestros pies para no caer en el abismo… Pero siempre será una mirada de Amor.  

¿Qué hacer?  Entregarle toda nuestra confianza, la certeza de que caminaremos en Su compañía y prometerle cumplir lo que El nos Ha mandado, pedirle la Guía de Su Santo Espíritu y empezar a caminar tomados de la mano de la Virgen María, que siempre nos llevará hacia Su Hijo, porque un día el cielo se abrió para colocar lo más precioso que tenía, en el vientre humano de la doncella de Nazaret.  

Se hacen muchos propósitos al principio de cada año, pero entre las cosas que considero más importantes para retribuir esa mirada de Dios en la primera hora del nuevo año, debe ser la promesa del esfuerzo por hacernos más humildes ante El cada día, de despojarnos más y comprender que el gozo de vivir a Dios, no nace en la fertilidad del suelo de la realización personal, sino en el reseco terreno de la destitución, del despojo. 

Si a partir de esa primera hora admitimos nuestra insuficiencia interior, podremos hacer una súplica y abrir las manos para recibir la abundancia de Sus Gracias.  De todas las Gracias que Dios quiere otorgar a los que lo aman y con Ellas podremos dar mucho fruto para el Reino de los Cielos.  

Salvemos nuestra fe de los enemigos internos y externos, de los malos ejemplos.  De los del mundo y de los que hablan mucho de Dios, pero que en realidad no viven a Dios y ofrecen un testimonio muy pobre en la calidad de su vida cristiana.   

La Iglesia es universal, sin fronteras y todos los cristianos somos parte de ella, porque, por la comunión con la Santísima Trinidad y la comunión entre los hombres, somos parte de este Dios que nos ama tanto y al que no deberíamos fallarle nuevamente.  Cuando estamos bien con Dios y nuestra fe es firme, somos indiferentes a la opinión o tratamiento de la humanidad que no vive a Dios.  

Finalmente, quiero hacer llegar a todos los lectores de estas líneas, dos pensamientos sabios e inspirados:   

En un de ellos San Bernardo nos decía que pongamos todas nuestras faltas ante nuestros ojos y dictemos una sentencia sobre nosotros mismos, con la misma severidad con que lo haríamos sobre otro a quien juzgamos.   

Seamos generosos y caritativos al juzgar a nuestros hermanos y seamos unidos para que el mundo crea que somos hijos del Altísimo. 

El otro es de Mahatma Gandhi  y dice: "Cuando un hombre lucha por un ideal, se vuelve irresistible" 

Nuestro ideal debe ser la salvación, la conquista de la vida eterna, para nosotros y para muchos seres que el buen Dios coloca cerca nuestro. 

En las últimas horas de este año que envejece, Invito a ustedes que cada uno haga su propia reflexión antes de comenzar el año 2006: Resucitemos a una nueva vida, como Jesús, salgamos del sepulcro de nuestras miserias, cada día un poquito más hacia arriba, con los ojos puestos en Aquel que fue, que es y que será.  

Unámonos en Oración:   

Oh, Señor, ayúdanos a hacer las cosas de la mejor manera posible a nuestras limitaciones. 

Enséñanos a animar a nuestros hermanos, a perder nuestras exigencias egoístas y a darte a Ti toda la Gloria; Ayúdanos a allanar el camino de otros e iluminarlo con Tu Luz, para que muchos se animen, convencidos, a seguirnos.  

Permítenos, Jesús, que nunca olvidemos Tus promesas y que más bien asimilemos todo lo que hemos esperado en épocas dichosas, para que ello perdure en los momentos más difíciles de este año que se inicia.  

Todo esto te lo pedimos por intercesión de nuestro amado Papa, Juan Pablo II, primer Apóstol de la Nueva Evangelización.  Amén…