Hablando de vida, una breve historia de perros

Autor: Wayra Grace

 

 

Hace como 4 meses, la perrita poodle que tenemos en casa fue mamá por primera vez, dándonos 5 hermosos cachorritos.  La pobre perra no sabía lo que era un embarazo, y por supuesto, no comprendía la maravilla que se estaba gestando a través de ella.

 

Sin embargo, a la hora en que le tocó dar a luz, nos conmovió con su desesperación por levantar a sus hijitos del suelo, cada vez que se caían de la pequeña cama que había escogido a último momento para traer al mundo a sus crías.

 

Me miraba desesperada, mientras yo la observaba desde una distancia prudente.  Cuando no podía levantarlos por sus propios medios, corría hacia mí para pedir con ladridos que la siguiera, que la ayudara a salvar a sus hijitos.

 

Estaba sufriendo, adolorida seguramente, desconcertada, sin comprender lo que le estaba pasando, pero su instinto materno superaba todas sus limitaciones: dolor, temor, pudor, incapacidad...

 

Tal vez muchos se pregunten a qué viene el cuento...

 

Es que siento la necesidad decir, de gritar a todos aquellos que promueven el aborto, a todas las jóvenes y no tan jóvenes que se consideran dueñas de decidir “cuándo”, “cómo”, “dónde”, “en qué circunstancias” y “de qué sexo van a tener sus hijos”, o cuándo van a permitir que otras mujeres los tengan, que no les vendría nada mal presenciar el parto de un animalito...

 

Le doy gracias a Dios por haberme permitido ser testigo de este milagro con esa apertura de corazón y de razón que indudablemente fue preparada por Él mismo. ¡Fue un verdadero himno a la vida, al Amor y a la naturaleza...!  Por supuesto, ¡fue un himno de la misma naturaleza, elevado al Señor de la Vida!

 

Señoras o señoritas que promueven el aborto o los abortos, que pretenden quitar al Autor y Dueño de la vida Sus legítimos e incompartibles derechos... a ustedes, que bajo el lema de que “la mujer tiene el derecho a decidir sobre su propio cuerpo”, debo decirles que están encubriendo el “derecho” de matar, que jamás será un derecho...

 

A ustedes les digo, por favor, piensen seriamente lo que están haciendo y pónganse de rodillas, suplicando el perdón de Dios y dando un giro radical en su camino, porque lo que les espera del otro lado es tan horrible, que ni se lo imaginan.

 

Pues así como todos los dolores que habrán de sufrir ustedes en la vida, no alcanzan a la milésima parte de los dolores que harán sentir a sus propios hijos para arrancarlos de sus vientres, así tampoco los dolores de un niño en el más terrible de los abortos, alcanzarán ni a la millonésima parte del sufrimiento eterno al que las está condenando su ceguera.

 

Mi misión en este paso por la tierra es una sola: llevarle tantas almas como pueda a Jesús.  Por eso, como mujer que soy, les estoy dedicando unas líneas, sin el menor deseo de confrontar ideas o argumentos; sin el menor ánimo de lastimarlas, todo lo contrario: Sólo quiero suplicarles que reconsideren lo que están haciendo y paren esta loca carrera hacia el abismo; la carrera suya y la de todas aquellas ingenuas a quienes ustedes “ayudan generosamente a salir de un problema”.

 

No sé cuánto pueda una palabra mía, tan pobre y pecadora, influir en el corazón de ustedes.   No sé a cuál o cuáles de ustedes llegarán estas palabras, pero tampoco me preocupo pues sé que el Señor se encargará de ello...

 

Lo que no quiero es que, si callo, ese pecado de omisión caiga sobre mí el día de presentarme ante el trono de Dios para ser juzgada.

 

No hagan campañas para destruir lo más maravilloso que el Creador Ha hecho con Sus manos. Contémplense por cinco minutos seguidos frente a un espejo y piensen en cuánto Amor habrá sentido Él cuando ustedes se iban formando en el vientre de su madre, de tal manera que les dio un alma y una inteligencia, aunque no puedan ver ni una ni otra; les dio fuerza, coraje, salud y tal vez belleza…

 

Piensen en cómo ha ido formando sus manos, dedo a dedo, todo perfecto.  Y lo hizo con la esperanza de que tomaran en esas manos un rosario, una cruz, una flor, un libro, una costura o cualquier otra herramienta productiva… ¡pero jamás un cuchillo asesino!

 

¡Despierten, por favor!  ¡Miren hacia la Luz y huyan de las tinieblas!  Que la sangre de los inocentes, que corre como un río, no las despierte a la medianoche para ahogarlas en pesadillas… 

 

Baja de tu propio altar, amiga, mira por favor, mira delante de ti, Jesús está del otro lado de la orilla, estirando Su mano para que des un salto y te agarres fuertemente de ella.  No temas, por favor, decídete por Dios y perdona a quienes hayan podido lastimarte…

 

Todos nos equivocamos y no una, millares de veces, pero lo grande, lo maravilloso, lo valiente, es reconocerlo y desandar el camino erróneo para tomar el correcto.

 

¡La claridad jamás vendrá de la mano del que asesina!  ¡Huye de ellos!, pues aunque te hagan creer lo contrario, con su supuesta ayuda sólo habrán de terminar contigo...