Rock y Navidad

Autor: Adolfo Güémez, L.C.

aguemez@legionaries.org

 

 

No hay duda, a Pepe le encanta el rock. Su afición comenzó a los 13 años, cuando aprendió a tocar la guitarra. Y ahora, estudiando su segundo curso de prepa, organizó con sus amigos un grupo de pop.

En unos días realizarán su gran debut en un bar de su ciudad. Llevan dos semanas ensayando tres horas diarias. Además, parecería que todo lo que hacen va dirigido al gran evento: conversaciones, pensamientos, tiempos libres, e, incluso, algunas horas de sueño. Quieren ser los mejores, y por eso no se miden al prepararse.

Yo le dije que no se pasara de la raya, que no era para tanto. Pero él me respondió: «Queremos que las rolas salgan bien. No importa lo que cueste. Hace mucho que soñamos con este evento y estamos dispuestos a lo que sea».

Pepe me recordó una gran lección de vida: cuando algo se espera ansiosamente con el corazón, cualquier esfuerzo por disponerse a recibirlo parece mínimo. Si la esperanza es grande, cualquier sacrificio nos sabe a poco.

¿Y qué tiene que ver esto del rock con la Navidad? ¡Mucho!

Hoy comienza el Adviento, unos días que dedicamos a prepararnos para el mayor acontecimiento de la historia: la venida de Dios al mundo. Un tiempo en el que, por decirlo así, debemos acolchonar nuestro corazón para recibirle.

Estos días son los “ensayos” para el concierto. Mientras más se espere de él, más preparación habrá. Así, la Navidad es como el “Gran Concierto”.

Quizás habrá algunos para los que el concierto consista sólo en recibir regalos; los recibirán. Otros esperan las fiestas; las tendrán de sobra. La preparación será sencilla: organizar un intercambio de presentes y buscar las mejores posadas

Si, por el contrario, lo que esperan es transformar su corazón, entonces pondrán manos a la obra y comenzaran a prepararlo. ¿Cómo? Pues con un poco de generosidad, para perdonar; de humildad, para pedir perdón; de esperanza, para crecer en la alegría; de alegría, para superar el dolor; de fe, para asomarnos al misterio; y mucho, muchísimo amor, para acoger a todos los que sufren.

Oportunidades no faltan. Ahí tenemos al compañero de trabajo que necesita una palabra de aliento. Por allá nos topamos con un pobre que pide ayuda. Más cercanos están nuestros amigos que, tal vez, requieren nuestro apoyo.

Todo esto sin olvidar las colectas de juguetes, el Teletón de la próxima semana, las pastorelas y posadas de beneficencia, las actividades de la parroquia...la lista se puede alargar al infinito.

Lo importante de este tiempo es que nos preparemos para tomar en serio lo que en verdad vale la pena tomarse en serio.