Evangelizador de Tiempo Completo

Autor: Adolfo Güémez, L.C.

aguemez@legionaries.org

 

 

 «Mi nombre es José Luis Morales Vázquez (…) Estoy casado, tengo tres hijos propios y cuatro más que hemos adoptado, ellos son huérfanos a causa de los conflictos del narcotráfico».  

 José Luis es uno de tantos cientos de hombres que conforman una novedosa organización llamada “Evangelizadores de Tiempo Completo”. Se trata de un programa católico que tiene como finalidad formar seglares -casados o solteros- que dediquen todo su tiempo a ayudar a los demás. ¡Y vaya que lo hacen! Nuestro protagonista es un buen botón de muestra.  

 Trabaja en la Sierra de Guerrero, en México. Ciertamente, la orografía del lugar no facilita su labor, pero la hace más apasionante. A veces puede tardar hasta seis horas de caminos no fáciles para llegar a una comunidad. No le importa. Él sólo quiere estar donde pueda ayudar.  

Como transporte utiliza una cuatrimoto o un caballo. Y aunque ya ha sufrido varios accidentes, él sigue adelante, pues lo único que le mueve es llegar a todos cuantos le necesitan: indígenas, enfermos, niños, jóvenes, e, incluso, militares y jefes de gobierno.  

Sus iniciativas para el progreso espiritual y material de su comunidad han sido innumerables. Ha creado, por ejemplo, una farmacia gratuita atendida por él mismo y su esposa. Para esto, mes con mes consigue medicinas en hospitales, farmacias y médicos particulares. Luego él mismo se encarga de que los medicamentos se entreguen de manera gratuita, bajo prescripción médica, a quien más los necesite. 

Su vivencia de la fe católica le lleva a tener las puertas de su casa siempre abiertas. Sus cuatro hijos adoptivos, enfermos que requieren de una atención especial, hambrientos... Todos caben. Y es que en aquellos lugares «falta todo excepto quien comparta el pan». 

Organiza peregrinaciones; imparte clases, pláticas y retiros; forma a catequistas; visita las casas. Todo en la más estricta dependencia de su párroco. Además, coordina a la comunidad para solicitar ayuda de las instituciones gubernamentales: vías de comunicación, agua, corriente eléctrica. En definitiva, José Luis tiene el don de imprimir esperanza y encauzar las acciones.  

Quienquiera que hable con él percibe en su vocabulario sencillo una pulida formación cristiana y una profunda espiritualidad. Constituye un buen ejemplo de cómo se puede ser un promotor del progreso material y, a la vez, vivir de modo coherente y radical el Evangelio.  

Para mí, estos “evangelizadores” constituyen una esperanza y un ejemplo a imitar. Y es que pienso que en un país como México -por escoger sólo alguno-, con cerca de 90,000,000 de católicos, es necesaria una nueva fuerza que anime a todos a vivir un evangelio sin pretextos, sin glosa. Un evangelio que, desde hace 2,000 años, es la mejor y más prolífera fábrica de héroes.