Contra todo esquema

Autor: Adolfo Güémez, L.C.

aguemez@legionaries.org

 

 

Hace unas semanas leí en una pared la frase más tonta –con perdón– que jamás haya leído. Pero, al mismo tiempo, la más atractiva.

Un amigo me pidió que le llevara a su casa después de una reunión de trabajo. Era ya algo tarde y la colonia por la que íbamos no era muy segura que digamos. De pronto, un chico salió corriendo desde una esquina. Tuve que frenar repentinamente y girar el volante para no atropellarlo. El coche se ladeó un poco y las luces quedaron enfocadas a un muro con dicha frase que, me imagino, había pintado ese joven: “Contra todo esquema”, decía.

Las palabras se me clavaron tanto que no pude dejar de cuestionarme: «¿De verdad será posible vivir contra todo esquema?» El que la pintó seguro pensó que sí. Pero no se dio cuenta que al hacerlo usó un esquema gramatical para decir que va contra todo esquema. Si no, ¿por qué no escribió más bien “esquema contra todo”, o “todo contra esquema”? ¿O por qué imitó el esquema de tantos otros que también escriben en las paredes de sus colonias?

Por otro lado, la moda le dijo que hay que ser originales en el vestir, que hay que romper esquemas. Para ello, imitó a los cantantes, modelos o artistas en su ajuar. Y un día –¡zas!– se dará cuenta de que todo el mundo va vestido igual. ¡Entró en otro esquema sin ni siquiera percatarse! Y aún no terminará de digerir la conmoción, cuando llegará una nueva moda disfrazada de originalidad. Y aquí comenzará el ciclo otra vez.

Pero lo curioso es que también encuentro en mí estas mismas ganas de romper esquemas. Me resulta atrayente y llamativa la idea de cambiar estructuras. Me gusta sentir el vértigo de ser diferente, de ver las cosas de modo novedoso, de acabar con antiguos modos de comportarse.

Tal vez a ti te suceda lo mismo y desees ser original. Sin embargo, nos encontramos a diario bajo la guillotina de toda auténtica originalidad: el “qué dirán”. Dos palabras poderosas que a veces nos hacen ocultar nuestras convicciones y esconder nuestras virtudes. ¡Cuántas empresas y planes hemos dejado a medias por temor a una palabra sarcástica o a un rechazo! Y –¡qué ironía!– es precisamente en esto donde debería comenzar la originalidad. Pues si, como dicen, “cada uno es cada uno”, en ti, en mí, y en todos, está la originalidad más original que puede haber.

Por eso creo que el que escribió esa frase se equivocó. Queriendo ir contra todos, se metió en los esquemas de todos. Se le olvidó que la verdadera originalidad no está en ir contra corriente, sino en la coherencia consigo mismo. Ahí sí que se va contra todo esquema, pues nadie comparte contigo exactamente los mismos gustos, cosas, cualidades, defectos; la misma familia, carrera, amigos o trabajo.

¡Así que tú eres lo más original que puede haber! El verdadero ir contra todo esquema, está en ti y depende de ti. En una frase: tu originalidad está en la coherencia de vida entre lo que eres y lo que piensas.