Fiesta Nuestra Señora del Pilar

Es mejor aprender a vivir según Jesús

Autor: Padre Alberto María fmp  

 

 

Anotaciones a las lecturas:

1Cr 15, 3-4.15-16; Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6; Hch 1, 12-14; Lc 11, 27-28

A veces para muchas personas hay una contradicción entre ser cristiano o no serlo y para otros, pensar que uno no tiene una religión o una ideología determinada piensan que es malo.



Hay una realidad y es que el hombre tiene que tener como una mesa las cuatro patas, porque de lo contrario la mesa no se sostiene. También las cuatro patas deben estar equilibradas, porque si una de las patas es más corta que las otras, normalmente será muy fácil que se caigan las cosas. 

«Una mujer de entre el gentío dijo: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». 

Evidentemente era un buen piropo para una madre, y la buena mujer que exclamó esto de entre la multitud sin duda pensó que Jesús era ¡tan particular, tan interesante, tan importante y lo que decía era tan bueno! que ella se acordó de su madre. 
En nuestro tiempo desgraciadamente no se quiere decir nada bueno cuando alguien se acuerda de la madre de otro. Pero en este caso sí, en este caso esta mujer se acordó de la madre de Jesús porque viendo «la astilla», «el palo» tenía que ser muy bueno, y la astilla debió parecerle muy buena a aquella mujer cuando proclamó las alabanzas de la madre que le dio a luz, que lo gestó y que lo crió. 

Hay muchas cosas buenas en la vida, muchísimas cosas buenas en el mundo, hay mucha gente que tiene muy buen corazón y que son gente fuerte, muchas personas que creen en un futuro mejor, que son capaces de pensar en un mundo mejor, y muchas cosas son buenas. 
Pero Jesús dice: «Mejor, es mejor los que escuchan la Palabra de Dios y la viven». No está Jesús diciendo que nada es malo, está diciendo que su oferta completa la naturaleza, completa la creación, que la vida que El nos ofrece es algo más. 
Es como pedir un crédito en un Banco o en otro. En un Banco te piden el cuatro por ciento y en el otro te piden el dos por ciento. 

No es malo el cuatro por ciento pero es mejor el dos porque lleva más beneficio, menos intereses. 
Jesús cuando se encuentra con esta afirmación, dice: la vida no es mala, vivir no es malo, hay muchas cosas buenas en la vida, muchísimas cosas buenas en el mundo, pero es mejor hacer lo que Dios dice. Es mejor aprender a vivir según Jesús. Es mejor, más eficaz. Serás más dichoso en esta vida y en el Reino venidero. 
Y eso sí, es un cambio notorio. 
Sobre todo en un tiempo como el nuestro, en que parece que todo el mundo esté peleado y que todo el mundo esté en conflicto y que unos disfrutan en meterse con otros y otros en meterse con unos, donde se ha perdido muchas veces el respeto a la ideología, a la persona, a la fe... Y parece que lo más importante es crear conflicto. 
Bueno pues Jesús dice: Es mejor vivir en paz que en conflicto. Es mejor vivir en amor, que en conflicto. Es mejor vivir amando a Dios y a los hombres que lo que ofrece tal o cual. 

Y Jesús lo hace aprovechando este momento porque sabe que entonces, como ahora, somos como las mariposas o como las avispas, vamos de flor en flor y al final no tenemos nada o alcanzamos algo que siempre nos resulta insuficiente. Y cuando uno no tiene nada y de pronto se encuentra con algo, ya parece que ha encontrado lo máximo. 
Jesús nos dice: hay algo mejor que lo que tú puedes encontrar y es lo que yo vengo a ofrecerte. Jesús, como gusta decir muchas veces Juan Pablo II, «no impone, propone, ofrece». Y en este fragmento del evangelio Jesús ofrece al hombre, a nosotros, a cada uno, algo mejor que lo que tenemos, una manera mejor de vivir que la que vivimos, una esperanza mayor que la que nos ofrece nadie, una realidad concreta que en el corazón del hombre se vuelve prácticamente tangible y que no ofrece nadie más. El nos ofrece algo mejor. 

Y hoy, recordando a la Madre de Dios, ese algo mejor nos lo concreta a través de una muchacha de Nazaret, que fue creciendo «de la mano de Dios» yendo siempre «siguiendo a Jesús». 
Por eso -parafraseando la respuesta de Jesús-, «Lo que dices es verdad: mi madre es feliz, es muy buena, es genial pero tú puedes ser todavía más feliz, si cabe». 
Y de esta manera, Jesús nos ofrece y nos presenta una manera de ser, de vivir, simple, sencilla, sin complicaciones, sin alambiques, con inocencia, con limpieza de corazón. Una forma de ser y de vivir que, confía, espera, ama. 
Y nos vuelve a recordar a través de María que esa manera de vivir que es mejor que la que estamos viviendo. Jesús no entra en cuestión sobre si la que estamos viviendo sea mala ni buena. Simplemente nos ofrece una manera de vivir mejor que la que tenemos. 
¿Amas de verdad a los demás? Yo te ofrezco una manera de amar sin cólera, sin lamentos, con una sonrisa en los labios, tierna, donde el amor se vuelve expresión, yo te ofrezco la manera de amar como la Madre de Dios. Esto es mejor para ti. 
¿Vives un poco cabizbajo y sombrío, vives triste, sin mucha luz sin mucha fuerza, sin mucha esperanza?
Mira -diría Jesús-, yo te presento, yo te ofrezco una manera de vivir alegre, una vida en la que la alegría será el centro, en la que vas a ser gozo y descanso para muchas personas, en la que tú vas a encontrar tu propia identidad y vas a ser una persona feliz. Yo te ofrezco vivir como la Madre de Dios y esto es mejor para ti que lo que tienes. 

Y cuando uno mira a la Madre de Dios, se da cuenta que es verdad, que lo que Ella tiene es mejor que lo que nosotros tenemos. 
Jesús nos ofrece eso que es mejor para nosotros. Una manera de creer, de vivir, de amar, de esperar, que es mejor para nosotros que lo que ya tenemos. 

La palabra de Jesús se dirige a cada uno de nosotros personalmente con todas tus circunstancias, con todas nuestras virtudes y nuestros defectos, con todos nuestros altos y nuestros bajos, nuestros tropiezos y nuestras caídas. Con todo eso, Jesús nos mira y nos dice: yo tengo para ti algo mejor que lo que tú tienes: Serás dichoso. 
Ser dichoso de manera habitual, vivir en la dicha, en el gozo, en la alegría, no dependiendo de nuestros estados de ánimo. Y si en alguna ocasión no nos sentimos los seres más dichosos de la tierra, tampoco merece la pena lamentarse, habrá que mirar si es que acaso hemos dejado de atender lo que nos ha ofrecido el Señor. 
Si yo no soy dichoso con esa oferta del Señor tengo que mirar donde estoy con respecto a ella, porque es verdad, la palabra de Jesús es cierta, es mejor vivir en la ternura, en el amor, en la esperanza, en el gozo, en la paz ,siendo humilde y sencillo de corazón, es mejor pensar siempre bien de todo y de todos, tener siempre una mente, un corazón que ame a Dios, que reciba ese amor y que los sensibilice a los demás. Eso es mejor que lo que tenemos cualquiera de nosotros y también sabemos que eso es mejor, porque en el fondo eso es lo que todos añoramos tener, y todos añoramos vivir de esta manera. Pero nos falta acabarnos de creer que eso es verdad, que lo que nos dice Jesús es verdad. Es como si nos faltara tener un padre y una madre, ser recibidos en un hogar. 
Decía uno de los Obispos africanos que hablaba en el Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara en Méjico, que en el sínodo de los obispos para Africa, los obispos pidieron a la Santa Sede poder explicar que la Iglesia es la Familia de Dios, porque era la manera en que el africano podía entender mejor el significado de lo que es la Iglesia realmente. 
Bueno pues eso nos falta entenderlo. Nos falta entender que es entrar en esa Familia de Dios. Creernos en Jesús y que eso que dice es verdad. Lo deseamos, lo anhelamos, lo queremos y que es El quien me lo da. Se trata, pues, de vivir siendo de la Familia de Dios, con conciencia 
A nosotros nos falta decir, con convencimiento, que somos de la Familia de Dios, y vivir como tales. Y entonces si yo vivo como tal 
-en la casa de mi Familia y con mi Familia-, tendré todas las oportunidades del mundo para no dejar de ser feliz, de ser dichoso. 
Y si aún así dejo de ser dichoso, tengo que mirar y ver si acaso me he escapado de casa y en este momento estoy en lugares inapropiados. 

Seguramente, por eso he dejado de ser dichoso en un momento determinado. Porque la vida, el don de la vida es un don que Dios nos ha dado para nosotros y depende siempre de Dios y de nosotros, no depende de los demás. Dios me da una herencia, yo la recibo, paso a ser heredero, paso a estar en la Familia, tengo un apellido y no me queda más que vivir como tal. La ternura el amor, la bondad, la dulzura, la mansedumbre, la misericordia, el perdón y todo eso que Dios me ofrece hoy, me dice que es mejor que lo que yo tengo. 
Acojamos, pues, este regalo que Dios nos ofrece hoy y vivamos así, porque será mejor vivir así que vivir como estamos viviendo.