Liderazgo

La sociedad necesita lideres auténticos (2)

Autor: Padre Alfonso Lopéz Quintás

 

II
Necesidad de líderes espirituales
Primera Parte)


La preocupante situación actual

La crisis de la sociedad actual es sorprendentemente afín a la de los años 20. La razón es clara: En la Primera Guerra Mundial hizo quiebra el ideal propio de la Edad Moderna -saber para poder, poder para dominar, dominar para garantizar el propio bienestar-, y todavía no se ha configurado un ideal nuevo, más ajustado a las exigencias del ser humano. ¿Sabe el lector a qué se asemeja una sociedad cuando carece del auténtico ideal? A un velero sin timón en medio de una galerna.

Entre los padres, los educadores, los dirigentes políticos y culturales crece de día en día la preocupación por el futuro de la sociedad.


1. Hay signos claros de decadencia moral: ansia desmesurada de bienes; tendencia a cultivar diversas formas de violencia; deseo patológico de notoriedad; propensión a desgajar el ejercicio del sexo y la creación de formas personales de unión amorosa; inestabilidad alarmante de la vida familiar, con las consiguientes repercusiones en la vida de los niños y los adolescentes.


2. Apenas se consagra tiempo a investigar las causas de este deterioro moral. Con frecuencia, los modeladores de la opinión pública -periodistas, escritores, profesores, políticos...- se limitan a indicar que se trata de "un signo de los tiempos", determinado por los cambios sociales propios de una vida democrática. Los grandes medios de comunicación social no sólo no contribuyen a clarificar la situación y mejorarla sino que la agravan a veces notablemente, pues su meta, de ordinario, no es ofrecer al pueblo productos de alta calidad sino aumentar la audiencia a cualquier precio. Para ello movilizan los recursos más eficaces de la manipulación con el fin soterrado de reducir las personas a "clientes": lectores, oyentes, televidentes...


3. Los centros educativos no disponen de métodos eficaces para detener la caída de la vida cultural en el vacío y ayudar a niños y jóvenes a configurar formas auténticas de pensamiento riguroso y vida creativa. Desde hace unos años, diversas leyes nacionales de educación instan a los profesores a ejercer función de educadores y contribuir a formar a los alumnos de modo integral. El empeño es benemérito, pero no ha conseguido el éxito deseado a causa de un planteamiento defectuoso. Un profesor no se convierte en formador con el mero recurso de consagrar unos minutos de su clase a disertar, por ejemplo, sobre uno de los nueve valores propuestos, en España, por la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE). Diversas razones, expuestas en otro lugar , desaconsejan este método. Un largo estudio me ha llevado a la convicción de que un profesor puede asentar sobre una base sólida la formación humana de los alumnos si, al explicar los temas propios de su área de conocimiento, se cuida de subrayar el papel decisivo que juega el concepto de relación en la vertiente del universo o de la vida humana que explica en sus clases.


4. Debido a la falta de un estudio profundo de las leyes del desarrollo humano, los responsables de la marcha de la vida social no aciertan, con frecuencia, a movilizar medios certeros para clarificar los problemas y resolverlos en alguna medida:

A fin de conseguir una convivencia pacífica entre personas y grupos sociales, se destaca la necesidad de educar a niños y jóvenes en la tolerancia, pero se confunde a menudo esta virtud con la mera permisividad. Esta falta de un pensamiento penetrante, buscador de esencias, afanoso de adquirir una idea precisa de la vida humana, hace vanos los esfuerzos por orientar a los jóvenes hacia modos de comportamiento inspirados en el ideal de la unidad. Para ser permisivo y tolerar todo tipo de opiniones y conductas, sólo hace falta desinteresarse del bien de los demás. Si quiero ser auténticamente tolerante, debo estar dispuesto a buscar la verdad en común incluso con quienes contradicen mis opiniones. Esta actitud sólo es posible si se tiene un respeto profundo a todas las personas y un amor incondicional a la verdad.