Liderazgo

2. Necesidad de formar escuela

Autor: Padre Alfonso Lopéz Quintás

 

El líder de nivel 3 no puede desempeñar cabalmente su función si no cuenta con personas capacitadas para comunicar con fuerza persuasiva la quintaesencia de su pensamiento y su método. La tarea investigadora que ha de realizar exige mucho tiempo y concentración. Por eso necesita delegar en colaboradores eficaces las tareas de organización y difusión. El buen líder no se siente obligado a realizar todas las tareas que implica su función de guía. Ésta comienza por descubrir claves de orientación de la vida y sigue por la selección de colaboradores y la promoción de los mismos a puestos de responsabilidad. El líder orienta y anima, procura descubrir nuevos talentos y los insta a prepararse para realizar una fecunda labor de liderazgo. Esta labor promotora de nuevos líderes es característica del llamado “líder transformacional”, que no intenta atraer hacia sí a una multitud de seguidores, sino orientarlos hacia el verdadero ideal. Se trata, por tanto, de un liderazgo compartido, impulsado por la participación generosa de todos en valores elevados, no por el afán de satisfacer algún interés propio, como sucede con el “liderazgo transaccional”. Un dirigente que se atiene a la situación en que se halla y no siente preocupación por mejorarla puede ser un buen administrador o gestor, pero no será un líder de nivel 3, función que debe ir adherida a todo cargo de responsabilidad. La dificultad que entrañan tales cargos es hoy mayor que nunca, debido a la complejidad de la vida actual y a la multitud de posibilidades nuevas que alberga y de riesgos que implica. Tanto más necesario es para todo responsable disponer de líderes de mediación que trasmitan y potencien su capacidad orientadora.

Estos líderes están llamados a realizar una labor de gran alcance, caracterizada por las siguientes tareas:

1. Ahondar en el pensamiento del promotor del proyecto educativo y perfeccionarlo en todos los órdenes. Si realizan esta función eficazmente, pueden llegar a convertirse en líderes de nivel 3. Tal conversión es una de las metas que persigue todo líder transformacional, cuyo propósito básico es la promoción de la calidad personal de sus seguidores (16) .

2. Difundir, con talante creativo, la doctrina y el método del proyecto en el que se hallan comprometidos. Para ello han de poner en juego, dentro de sus posibilidades, toda suerte de medios:
- Dar conferencias, impartir cursos, publicar artículos y libros, grabar audiocassettes y vídeos, dirigir tutorías, recensionar libros, sostener debates, dirigir sesiones catequéticas, pronunciar homilías...
- Fundar y dirigir grupos de trabajo, conforme a las normas de las dinámicas de grupo. En los últimos tiempos se cultivaron profusamente estas dinámicas, a veces en detrimento de la labor orientadora de los líderes. Es conveniente fomentar la participación de los componentes del grupo de trabajo, pero no se puede reducir toda su labor al diálogo entre ellos. Se ha llegado a considerar como sesión de trabajo ideal aquella cuyo director se limita a presentar un tema escuetamente para dar paso a la discusión en grupos. Esta discusión resulta con frecuencia inútil cuando no va precedida de una oferta de claves de orientación por parte de un guía. Lo decisivo en tales encuentros no es tanto intercambiar opiniones, más o menos improvisadas, sobre el tema propuesto cuanto comprobar en qué medida son eficaces las claves de orientación propuestas por el líder del grupo en orden a resolver una serie de problemas. Si los asistentes regresan a sus casas con un puñado de claves que les permitan ganar la debida perspectiva respecto a grandes cuestiones de la vida, podemos hablar de misión cumplida. En cambio, reducir la sesión a una serie de coloquios y a la puesta en común del resultado de los mismos puede ser una cortina de humo que oculte la falta de un auténtico liderazgo. A menudo se hace pasar este procedimiento como un modelo de relación grupal “democrática” y se anatematiza la función dirigente del auténtico líder como una forma de “imposición dogmática e intransigente, no dialógica y participativa”. En esta acusación se confunde la oferta de claves de orientación con la imposición de doctrinas rígidas, y se identifica la tenacidad en la defensa de una posición bien razonada con la terquedad del que no admite razones adversas a su posición monolítica.

Este cultivo unilateral de las dinámicas de grupo no debe empañar su importancia en la tarea de realización de un proyecto formativo. De ahí la conveniencia de que todo líder conozca las normas que regulan la formación de grupos de trabajo y la dirección de los mismos.
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Ayudar a interpretar de modo penetrante toda suerte de obras culturales: filosóficas, literarias, cinematográficas... Para ello, el líder ha de cultivar el arte de leer y de contemplar con las tres condiciones de la inteligencia madura: largo alcance, amplitud, profundidad. Conviene aquí subrayar que hay, al menos, tres niveles de lectores y de espectadores:

1) El que se halla en un nivel cultural más bajo que el del autor y sólo puede captar algunas ideas inconexas de su obra. No descubre el sentido del conjunto y no acierta a ver la función que ejerce en él cada una de sus partes.

2) Un lector o espectador que posee un grado de cultura afín a la del autor y capta cada una de las ideas expuestas y su función dentro del conjunto de la obra, de modo que adivina el sentido profundo de lo que en ella se afirma. En la obra de Tirso de Molina El burlador de Sevilla y convidado de piedra, Don Juan se ofrece a alumbrar el camino a Don Gonzalo y éste le contesta: “¡No alumbres, que en gracia estoy!” (17) . ¿Se trata de una vana incongruencia o se nos revelan en esta sencilla frase los distintos niveles de realidad en que se mueven los personajes y las actitudes que adoptan en su vida? El lector de este segundo nivel sabe responder a estas cuestiones -que constituyen el tema de la obra, más allá de su mero argumento- y descubre el mensaje humanístico profundo que nos trasmite el autor.

3) Un lector o espectador que, por disponer de claves de orientación de la vida superiores en algún aspecto a las que guiaron en su día al autor, es capaz de sobrevolar el texto y determinar si el autor fue fiel en todo momento a su punto de partida y supo ver todo el alcance de su obra. Ciertas manifestaciones de Federico García Lorca parecen dar a entender que su obra Yerma expone el drama de una mujer que padece una esterilidad biológica (18) . El lector que conoce a fondo lo que es e implica el encuentro interhumano adivina que el verdadero drama de la protagonista consiste en la esterilidad espiritual que implica la falta de encuentro. Vista así, esta obra pasa de ser vista como “una tragedia rural de pasiones elementales” a ser considerada como una seria advertencia de que la falta de creatividad corroe las relaciones conyugales de forma extremadamente peligrosa.

En la genial película de Th. Dreyer Dies irae, dos jóvenes unidos por un amor “imposible” -según los cánones de la época- se acercan a un lago y suben a una barca. El joven pregunta: “¿A dónde vamos?”. La joven contesta: “A donde nos lleve la corriente”. En ese lago no había corriente alguna capaz de arrastrar esa barca. Se ve inmediatamente que el autor quiere elevarnos a un nivel superior al de los procesos naturales. El lector que se mueva en el nivel de los procesos espirituales percibe rápidamente que la corriente a que alude la joven es la del vértigo, que puede arrastrarnos a donde no queremos en principio ir. Vista así, la obra adquiere un gran valor estético y un poder formativo relevante.

Todo líder está llamado a ser un lector de nivel 3.

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16. “El liderazgo transformacional -escribe el Prof. Beltrán Llera- tiene lugar cuando una o más personas se comprometen con otras de tal manera que actuando juntos alcanzan los más altos niveles de motivación y moralidad. Este tipo de liderazgo apela a los valores más nobles, que expresan, por lo mismo, necesidades fundamentales y duraderas no sólo de sus seguidores sino de la humanidad, como son los valores de igualdad, libertad, belleza y dominio de sí mismo. Un aspecto importante del liderazgo transformacional es que suscita seguidores autónomos, no seguidores meramente obedientes” (Cf. Diccionario de Ciencias de la Educación, San Pablo, Madrid 1990, p. 1.241.

17. Cf. O. cit., v. 2.456-2.458. Un amplio comentario a esta obra, al Don Juan Tenorio de José Zorrilla y al Don Giovanni de Daponte-Mozart puede verse en mi libro Cómo formarse en ética a través de la literatura, Rialp, Madrid 31994, págs. 113-148.

18. Cf. Yerma, Alianza Editorial, Madrid 1981, págs. 133, 142. Véase mi obra citada, págs. 193-196.