Unas visitas de oriente

Autor: Padre Fintan Kelly, L.C.

 

 

....Nacido Jesús en Belén de Judá, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo... Ellos le dijeron: En Belén de Judá, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.


Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre, y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
Mt 2, 1-12.


"También llama poderosamente la atención ese silencio de María durante la vida oculta de Jesús y sobre todo durante su vida pública. Nada de honores ni de triunfalismo. Nos podemos imaginar que ordinariamente María seguía a Cristo desde segunda fila y gracias a ello tuvo tiempo para meditar en las bienaventuranzas, para contemplar en unión con Dios las parábolas del Reino, para entender el carácter sobrenatural de la misión de su Hijo"
Marcial Maciel, L.C. 10/V/1981. No.18

Desde el siglo XVI, la piedad cristiana ha envuelto el episodio evangélico de la visita de los "Magos" en una aureola de folklore. Si nos limitamos al relato evangélico, vemos que es un acontecimiento bastante sencillo y sumamente verosímil.

Los "Magos" no eran reyes y nadie dice que eran tres. Eran estudiosos de las estrellas (naturalmente por la época, mezclaban astronomía con la astrología). Por el estudio de las estrellas ellos llegaron al país del Salvador del mundo. Probablemente vinieron de Arabia y eran de una clase social alta. Esto se nota en los dones que dieron al Niño, oro, incienso y mirra.

Lo que me gustaría resaltar aquí es el hecho de que vinieron a ver al Niño y no a la madre; los regalos fueron para Él y no para María. Podemos descubrir aquí la inmensa discreción de María que quiso estar siempre en segundo plano en el Evangelio.

Vemos que así ha actuado en todos los 2,000 años de historia de la Iglesia. Nunca se ha predicado a sí misma, sino a su Hijo Jesucristo.

En este mundo moderno hay una tendencia viciosa de predicarse a sí mismo. El hombre quiere ser grande. En sí esto no es una tendencia mala, sino mal orientada. ¿Dónde está la verdadera grandeza del hombre? María responde con su actitud de "estar en segunda fila": llevar a todos los hombres al conocimiento y amor de Dios. Ella es la "voz" que transmite la "palabra"; es el candelabro que manifiesta la “luz del mundo" a todos.

Mucha de la infelicidad del hombre radica aquí en el querer ser grande delante de los hombres. Unos nos reconocerán nuestra grandeza (especialmente los más tontos o los que nos quieren halagar nada más para aprovecharse de nosotros), mientras que otros la ignorarán. Pero, ¿qué importa? Dice Tomás Kempis que "no somos más porque nos alaban, ni menos porque nos vituperan".

Muchos de los íconos de los primeros siglos de la Iglesia muestran al Niño sentado en el regazo de su madre. Es como un reflejo de la actitud de María ante la vida: su misión es dar a Dios al mundo.

Y si nosotros adoptamos la actitud de profunda humildad de María, ¿qué nos pasará? ¿Nos quedaremos sin afirmamos a nosotros mismos? De ninguna manera, pues las persona que más se han afirmado en la historia han sido los santos y nunca ha habido un santo que no fuese humilde. Como María tomó la actitud espiritual de "segunda fila", ahora es la Reina de todos los santos y de todos los ángeles.
(13 de mayo de 2001)