Dios Padre escogió la pureza para su Hijo 

Autor: Padre Fintan Kelly, L.C.

 

 

Esta pureza brilla no sólo en Cristo sino también en su Virgen Madre y en San José, el casto esposo de María. En el pantano de la impureza del mundo nacen unos lirios blancos y puros. El mundo de hoy busca los placeres con avaricia. Los persigue y después siente náuseas al hartarse del amargo placer de la concupiscencia de la carne. Belén nos recuerda que la pureza excluye la impureza y que el sendero de la felicidad pasa por la fidelidad al sexto mandamiento de Dios.

¡Qué bella lección, también para este mundo, tan ávido de placeres fáciles, tan hundido en los goces de los sentidos, tan exultante ante lo carnal y material, nos procura la pureza de Belén! Los ojos humanos se ciegan ante tanta luz de pureza. Ojalá que la pureza de Belén quemara hoy la impureza de nuestro mundo para hacerlo más respirable y luminoso. 

Más tarde Cristo explicó el por qué de esta opción: "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). ¿Por qué muchas personas no “ven” a Dios, no creen en Él, no lo aceptan...? Las personas impuras más difícilmente pueden ver a Dios.

Somos testigos de la triste realidad de la producción, exhibición y venta de material pornográfico por todas partes. Podemos decir, guardando las debidas distancias, que la muerte de la pureza lleva a la “muerte” de Dios en el corazón del hombre.

El Catecismo invita a la purificación del ambiente en el n.2525:

La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y los sueños indecorosos.