Madre Teresa, ¿Santa?

Autor: Padre Eduardo Barrios, S.J.

 

 

            La revista TIME publicó recientemente una recensión sobre un libro que narra las dudas y sufrimientos interiores de la Beata Teresa de Calcuta. Sólo se sorprenderían los lectores que ignoran la naturaleza de la santidad.

          Todos los santos y santas que en el mundo han sido no sólo padecieron persecuciones externas, por ejemplo, por parte de enemigos de la fe, sino también crisis internas, las del alma.

          San Ignacio de Loyola describe la ausencia de devoción como “desolación espiritual”: “Consiste en oscuridad y turbación del alma, movimiento hacia lo bajo y terreno, inquietud por agitaciones y tentaciones, inclinación a desconfianza, sin esperanza, sin amor, hallándose el alma perezosa, tibia, triste, y como separada de su Creador y Señor” (Ejer. Esp. No. 317). Cuando esa desagradable experiencia se agudiza y prolonga, San Juan de la Cruz habla de “noche oscura del alma”.         

             La simpática Santa Teresita del Niño Jesús (“La Florecilla”) falleció a los 24 años de edad en medio de atroces sufrimientos físicos por la tuberculosis y de no menos terribles tormentos espirituales. San Pablo de la Cruz, fundador de los pasionistas, se pasó casi toda la vida en estado de aridez espiritual. Sus biógrafos lo llaman, “el príncipe de los desolados”.

          Pero todos los sufridos hombres y mujeres de Dios mantenían su fidelidad a las prácticas de piedad así como la sonrisa, la paciencia y la servicialidad. Con una vida moral de altos quilantes mostraban que Dios realmente no los abandonaba. Además, ellos no servían a Dios ni al prójimo por intereses materiales, ni por dulzuras espirituales. Amaban desinteresadamente.  Todos podían apropiarse los versos de aquel famoso soneto de sabor lopevegano:

“No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido;

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte...”

El autor es un sacerdote jesuita

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